Se habla mucho de que estamos en un momento de extrema polarización, pero cuando vemos las actitudes de los ciudadanos nos damos cuenta que la polarización es petate del muerto para detener la lucha contra la corrupción. Y es que es muy sencilla la lógica del guatemalteco. No cabe la menor duda que vivimos en un sistema podrido hasta el tuétano desde hace muchos años y poco a poco ha ido quedando claro que la corrupción pasa una enorme factura en todos los sentidos de la vida.

Nuestros jóvenes no reciben educación digna de tal nombre porque hay un pacto corrupto entre sindicalistas y políticos para alzarse con el dinero del presupuesto que debiera servir para mejorar la calidad educativa. Los aumentos a los maestros se hacen en función del interés en mantener una fuerza de choque capaz de marchar a una sola voz cuando así conviene al sistema para evitar sobresaltos que pongan en peligro el negocio que hacen los políticos y sus socios particulares. En los hospitales no se cura a los enfermos porque toda compra o contratación es para lucrar con sobornos y también allí el sindicato se convirtió en factor político que negocia apoyos a cambio de un pacto colectivo leonino.

No digamos la seguridad que tiene tanto que ver con temas como la justicia que no se puede aplicar porque la impunidad, en general, es un requisito indispensable de la existencia de la corrupción y por eso tanto interés en manipular nombramientos en el sector justicia a fin de tener operadores que sean garantía de que la ley se la van a pasar por el arco del triunfo. Y eso ha deteriorado el sistema, tanto que la impunidad no sólo vale para los corruptos, sino para todo tipo de delincuentes porque el sistema se pervirtió.

Un Estado que no puede cumplir con sus fines porque está dedicado en cuerpo y alma a la corrupción no genera políticas de desarrollo ni mejora la calidad de vida de la población. Por ello somos el país que menos avanza en el combate a la pobreza y que tiene más migración hacia Estados Unidos porcentualmente aún que México. La gente se sigue marchando a pesar de las amenazas de Trump por desesperación, por falta de oportunidades para vivir aquí y corren riesgos inmensos.

¿La lucha contra la corrupción afecta la inversión o puede crear condiciones para mayores inversiones que generen empleo? No creemos en el inversionista que paga mordida porque ese viene a ver que se levanta. En resumen, la corrupción nos está ahogando.

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