Luis Enrique Pérez

El presidente Jimmy Morales, en el intrépido intento de lograr la destitución del jefe de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, Iván Velásquez, ha cometido varios errores. Los ha cometido él, y no el Ministerio de Relaciones Exteriores, porque, por mandato constitucional, le compete “dirigir la política exterior y las relaciones internacionales del Estado”.

Un primer error del presidente Morales es el motivo por el cual pretende la destitución. El motivo consiste en que Iván Velásquez “se ha extralimitado” en el ejercicio de las funciones que le confiere el acuerdo de creación de la comisión. Es un error, porque precisamente ese acuerdo no limita las funciones del jefe de la comisión, sino que ocurre precisamente lo opuesto: el acuerdo le confiere “independencia absoluta”. ¡Es una independencia adjudicada con la aprobación del mismo Estado de Guatemala! Iván Velásquez puede ser destituido; pero su sucesor tendría la misma “independencia absoluta”.

Un segundo error del presidente Morales es que no es él mismo quien ha solicitado al Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, António Guterres, que destituya a Iván Velásquez. No lo ha solicitado él mismo ni aun mediante un documento oficial. La destitución ha sido solicitada por medio de la Ministro de Relaciones Exteriores, Sandra Jovel Polanco. Entonces el presidente Morales se ha expuesto a que Guterres le diga a la ministra Jovel: “Si usted me envía una carta del Presidente de la República solicitando que despida al Comisionado Iván Velásquez, yo le responderé esa carta y nos mantendremos en ese marco de institucionalidad.” Interpreto que Guterres opina que la destitución de Iván Velásquez no ha sido solicitada en un “marco de institucionalidad”. Y entonces, ¿por qué tendría que ocuparse de la solicitud de destitución?

Un tercer error del presidente Morales es afirmar que Guatemala está dispuesta “a seguir trabajando” con un “comisionado apegado al mandato establecido”. Es un error, porque “apegarse” a ese mandato no equivale a tener límites, sino equivale, por consentimiento del mismo Estado de Guatemala, a no tenerlos. Precisamente Iván Velásquez ha actuado sin límites, o con “independencia absoluta”, es decir, se ha “apegado” estrictamente al mandato que le confiere el acuerdo de creación de la comisión. Por supuesto, un nuevo jefe de la comisión que, como Iván Velásquez, actuara sin límites, o con “independencia absoluta”, también se “apegaría” a ese mismo mandato; y si actuara con límites, o con “dependencia relativa”, no se apegaría a él, sino que lo transgrediría.

Un cuarto error del presidente Morales es creer que la decisión de destituir o no destituir a Iván Velásquez compete a Guterres. Realmente compete a los países que financian la comisión. Y estos países se han manifestado en favor de Iván Velásquez. Conjeturo que, aunque Guterres ansiara, con rara y secreta intensidad, expulsar de la comisión a Iván Velásquez, no podría expulsarlo si previamente no lo aprueban aquellos mismos países.

Un quinto error del presidente Morales es provocar la impresión de que pretende que Iván Velásquez sea destituido, por ser un furioso enemigo de la impunidad, que hasta ha convertido a un hijo y a un hermano de él (es decir, del presidente Morales) en víctima de la acción penal pública. Conjeturo que tal impresión le ha agregado poder a Iván Velásquez, y le ha sustraído poder al presidente Morales. El mismo gobierno de Estados Unidos de América se ha apresurado a defender a Iván Velásquez. Es una defensa que equivale a imponerlo.

Si antes era difícil que el presidente Morales lograra que Iván Velásquez fuera destituido, ahora es imposible. Creo que hubiera sido acertado que el presidente Morales se afanara, no en la destitución de Iván Velásquez, sino en una reforma del acuerdo de creación de la comisión, que podría haber sido propuesta a los países financistas. El propósito de la reforma pudo haber sido aprovechar la cooperación internacional para atacar más eficazmente la impunidad, con el auxilio de un poder internacional sometido a la Constitución Política.

Post scriptum. Quizá Iván Velásquez agradece la extraordinaria colaboración que el presidente Morales le ha brindado para convertirse en indestituible jefe de la Comisión Internacional Contra la Impunidad.

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