Parece un estribillo recurrente, pero es una realidad indiscutible que la educación es el pilar de cualquier esfuerzo para impulsar el desarrollo de los pueblos y en el caso concreto de Guatemala los resultados que arrojan las evaluaciones que se hacen a los graduandos resultan no sólo preocupantes sino indicadores de la patética condición en que estamos y el problema que se plantea para el futuro, con un pueblo que no llega a tener siquiera niveles aceptables de rendimiento en cuestiones básicas como lectura y matemáticas. Sin duda nuestros resultados nos colocan a la zaga y complican nuestras posibilidades a futuro porque no puede haber inversión sin mano de obra que tenga al menos calificaciones mínimas para el desempeño de labores que son cada vez más tecnificadas en el mundo actual.

Cuando se analizan los resultados y se ve cuáles son los centros de enseñanza que alcanzaron excelencia se confirma que son todos centros privados. Y aún dentro del sistema de educación del sector privado no se crea que todos son eficientes, puesto que la educación se ha convertido en un negocio tanto en los colegios como en escuelas e institutos y lo que menos hay es interés y preocupación por los alumnos y su formación.

Hay que ver que el sistema educativo, es decir la forma en que enseñamos a nuestros niños y jóvenes es totalmente anacrónica y no tiene en absoluto relación con las modernas técnicas de enseñanza que obliga a pensar en vez de recurrir a acumulación de datos aprendidos de memoria sin que se estimule en los alumnos el uso de la lógica y el razonamiento como herramientas esenciales en el proceso de aprendizaje.

Y si eso pasa en el sector privado, el problema en el sistema de educación pública es mucho más grave porque desde hace muchos años el magisterio terminó siendo un instrumento de los políticos de turno para ejercer presión social de respaldo a las políticas orientadas a la corrupción. En lo que menos se piensa es en educar verdaderamente a nuestra juventud y niñez, porque todo está orientado a la utilización de los maestros como fuerza de choque y respaldo a gobiernos que no tienen otro objetivo que el de saquear al país y para ello incentivan con aumentos sin respaldo financiero al gremio magisterial que encontró más cómodo ser instrumento politiquero a cambio de aumentos que ocuparse y preocuparse por el progreso de los alumnos a su cargo. El panorama es sencillamente espantoso porque estamos formando generaciones completas sin herramienta para forjar su desarrollo.

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