Francisco Cáceres Barrios
caceresfra@gmail.com

Los guatemaltecos tenemos rato de estar aguantando las bravuconadas de muchos politiqueros que con el petate del muerto se dedican a ofrecer palizas o a pasar por encima de las cabezas de la gente que no cree que con su descarada corrupción, impunidad y sus continuos abusos de poder va a poder seguir haciendo lo que le pegue la gana. El tiempo y los hechos han demostrado que no son ninguna maravilla, al contrario, en vez de vivir en una ciudad o país que lucha denodadamente por erradicar la mala o también llamada “vieja política”, vamos a seguir padeciendo los males que en otros países, muy parecidos al nuestro, poco a poco han podido superar la perjudicial herencia.

Ha quedado demostrado hasta la saciedad que no es utilizando subterfugios para manejar a su antojo el dinero que no es de los políticos, sino producto del trabajo honrado y digno de millones de guatemaltecos o por medio de tenebrosos endeudamientos que termina pagando la población, como se logra alcanzar el progreso y desarrollo de nuestro país. Decir del diente al labio que todos los países tienen sus problemas resulta muy cómodo, cuando en el ejercicio del poder e incluso abusando del mismo han amasado una cuantiosa fortuna. Muy distinto es bajarse del lujoso y seguro vehículo en que se movilizan estos politiqueros para poder comprobar la miseria, la insalubridad y las cada vez peores condiciones de vida que sufre la gran mayoría de nuestra población.

Pero para ya no seguir masticando el mismo chicle de estos personajes ¿por qué no empezar a hacer las cuentas? Sí, aquellas que nos puedan demostrar que la población no está hasta la coronilla de ver cómo los funcionarios públicos se compran artículos personales con los recursos públicos a pesar de devengar jugosos salarios y grandes canonjías. Sí, por favor, hagamos cuentas de cuántos quieren que se siga derrochando el dinero en hacer todos los días actos o ceremonias públicas para inaugurar obras por tercera o cuarta vez, lucir con sombrero ajeno entregando medicinas o sillas de ruedas donadas por entidades benéficas o ponerse a regalar tamales en Nochebuena.

Claro, es muy fácil ponerse a gritar a los cuatro vientos amenazas de pasar por encima de las cabezas de los medios de comunicación calificados antojadizamente de negativos, solo porque viven diciéndole no al despilfarro, robos o mal uso de los recursos públicos. Ya es hora de acabar con mantenerse diciendo antojadizas frases más dignas de un marero, como aquella de “subirse las mangas”. Llegó la hora de erguirnos y demostrarle a estos politiqueros que no queremos más impunidad ni corrupción.

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