Alfredo Saavedra
Desde Canadá.– El anuncio de la administración del presidente Trump, en los Estados Unidos, de la deportación de 250 mil salvadoreños indocumentados en esa nación, junto con otras medidas perjudiciales para los países con la denominación de Triángulo del Norte, o sea Guatemala, El Salvador y Honduras agudizará la crisis económica y social en esa región del istmo centroamericano, conforme apreciación de expertos en el tópico.
Para Guatemala se agudiza más el problema con el anuncio del Departamento de Estado de alertar a los turistas para que no viajen al país por el alegato de los riesgos ante el alto grado de delincuencia y criminalidad, aparte de la cesación del programa instituido por el expresidente Obama con las siglas DACA para la protección de los hijos de indocumentados nacidos en Estados Unidos.
La deportación de salvadoreños, anunciada a principios de esta semana conforme publicación del diario The Washington Post, la recomendación a los turistas para no viajar a Guatemala y la cancelación del programa para la protección de menores DACA, se individualiza por países, pero todo parece indicar que se aplicarán de forma tripartita, aunque el proceso de deportaciones tiene efecto indiscriminado, a partir del antecedente cuando en noviembre pasado la administración Trump puso fin al TPS para 60 mil haitianos que llegaron a EE. UU. después del terremoto de 2010 y para 2 mil 500 nicaragüenses que se asentaron tras el paso del huracán Mitch de 1998.
Un reporte con base en la información del Washington Post expone: “Pero esta medida contra los salvadoreños podría tener más impacto porque las casi 200 mil personas que obtuvieron el beneficio del TPS son padres de alrededor de 190 mil niños nacidos en territorio estadounidense. Funcionarios del Gobierno de Trump han dicho en varias ocasiones que cuando el Congreso creó el TPS en 1990 era para brindar protección temporal de la deportación. Para ellos es un ejemplo de que la política migratoria ha salido mal”.
Una reunión esta semana de congresistas y senadores demócratas y republicanos presidida por el mandatario Donald Trump, tuvo en su agenda el asunto de la deportación, con la opinión crítica de los primeros, mientras que los republicanos manifestaron su posición dura contra los inmigrantes en una discusión en la que salió el tema de la pared entre Estados Unidos y México. A propósito de esto último se ha anunciado que la construcción de ese ignominioso muro tendrá una inversión, al parecer inicial, de 18 billones de dólares.
Cantidad astronómica que agregará más déficit a las finanzas estadounidenses que, como se sabe, tiene ya una deuda sin precedentes con China, que se especuló, hace unos años tal vez más en broma que en serio, que la nación asiática habría ofrecido la cancelación de la deuda a cambio de que Estados Unidos le cediera el territorio de Florida, idea no del todo aberrante si se recuerda que por medio de esos extraños convenios el territorio de Alaska pasó a manos de los Estados Unidos y sin ir tan lejos Guatemala perdió Chiapas, en el pasado.
En todo caso, como ha sido interpretado ya en el análisis de la situación, una deportación masiva de inmigrantes indocumentados hacia Centroamérica puede desembocar en desestabilizar la región, a partir de que una agudización de la crisis de por sí causando grandes problemas, en particular en los tres países del denominado Triángulo del Norte, con un alto grado de criminalidad y en particular en lo que se refiere al problema medular de la disposición, por suerte con una anunciada moratoria, de la deportación masiva que incrementará más el desempleo en un fenómeno que aunque es generalizado en muchos países en los categorizados con mayor déficit, creará mayores problemas que los que afligen a la población en la actualidad.