Jorge Santos
En el 2015, junto a la denuncia pública de los casos de corrupción, se incrementó la movilización popular. El clamor ciudadano por acciones contundentes que modificaran las condiciones políticas y económicas se fue acallando entre la cotidianidad y la convocatoria electoral. Similar situación sucedió en el marco de la consolidación del Pacto de Corruptos. Como un banco de tres patas, entre negociaciones espurias, represión social y manipulación han logrado mantener a un incompetente –pero para ellos conveniente– Presidente.
Es fundamental identificar las estrategias con las que intentan convencer que en un país de Estado fallido, son mejores los cambios moderados. Con ellas han permeado el imaginario social limitando –y no por casualidad– la movilización ciudadana que persigue la transformación política. Se evidencian por lo menos tres falsedades: 1. el Estado de derecho impide cambios en la estructura política del país; 2. nos corresponde ser benevolentes y positivos con y 3. es mejor lo viejo conocido que lo nuevo por conocer. Los analistas por la moderación apelan así al desconocimiento, al miedo y el sentimiento de culpabilidad.
La demanda ciudadana en 2015 por no realizar elecciones bajo aquellas condiciones estaba más que justificada. Sospechas de transacciones financieras ilegales y favores políticos detrás de las candidaturas en casi todos los partidos, eran una evidencia de la continuidad del modelo de corrupción. La respuesta de analistas que apelan a la moderación, fue conservar el proceso electoral como mecanismo de democracia y Estado de derecho. Poco querrán evidenciar que el sistema democrático guatemalteco contempla mecanismos legales para evitar la realización de procesos que son profundamente antidemocráticos. El resultado electoral: un “cambio” moderado. Se mantuvieron los mismos partidos políticos y dieron paso a la consolidación de FCN Nación como operador en el gobierno.
A lo largo del proceso electoral la ciudadanía presenció escéptica la candidatura de un comediante, con historial de racismo. Incapaces de advertir que el conocimiento, la experiencia y el partido político son elementos que se conjugan para ejercer eficientemente el cargo presidencial. Lo mismo ante garrafales e innumerables errores cometidos por Jimmy Morales y los integrantes de su Gabinete. En vez de difundir la evidencia, apelaron a la benevolencia, moralizaron nuestra conciencia crítica. Pasados dos años aún recomiendan no reclamar justicia y su renuncia a quien evidencia incapacidad y nos irrespeta de forma constante.
Ante la atrocidad del Organismo Legislativo se desistió de la justa demanda ciudadana por la renuncia de los diputados y del Presidente para dar paso libre al debido proceso judicial. La referencia de estos grupos fue que no había necesidad de insistir en la depuración del Congreso de la República en la medida que los suplentes podrían ser peor que los actuales.
Dejar de lado estos “análisis” inmovilizadores representará sin duda alguna el avance de las verdaderas aspiraciones populares y la derrota del Pacto de Corruptos. Es urgente que actuemos en base a hechos, con evidencia y conociendo el marco de la ciudadanía activa. Pensar y actuar fuera del cuadro que impone la fantasía del “Estado de Derecho” resulta imprescindible en la transformación de la sociedad.