Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt
Estados Unidos está próximo a celebrar el día de Martin Luther King Jr., el activista de los derechos civiles que enarbolando la bandera del pacifismo organizó a su pueblo alrededor de la necesidad de reformar leyes que permitían la discriminación y segregación racial. Pero también fue activista contra guerras injustas y en un célebre discurso pronunciado en Nueva York dijo: “a time comes when silence is betrayal”, es decir que llega el momento en que quedarse callado es una traición.
Y es que debemos recordar que él comprobó que la mayor dificultad para unificar a la gente fue la indiferencia de aquellos que, aún sabiendo o sufriendo los efectos del racismo o de decisiones equivocadas del gobierno, preferían acomodarse en un silencio que, como bien dijo el doctor King, termina siendo una traición inaceptable.
Y esto viene a cuento ahora cuando en Guatemala vivimos momentos cruciales para el futuro ante la prueba fehaciente de que el nuestro es un sistema cooptado por la corrupción y la impunidad y vemos que hay mucha gente que prefiere guardar silencio en vez de sumar su voz a la de aquellos que estamos exigiendo un cambio profundo para que los recursos públicos bien usados puedan usarse en la atención de las necesidades más sentidas de nuestra gente y en crear oportunidades para que una población educada, sana y segura pueda alcanzar mejoras en su calidad de vida gracias a su trabajo y empeño. Todo ello no es posible hoy porque el dinero que debiera servir para mejorar los sistemas educativos, de salud, de seguridad y justicia, se dilapida en esa orgía de corrupción que ha alcanzado niveles intolerables.
Y da pena ver que se calle ante tan abrumadora evidencia, ante la certeza irrefutable que desde hace décadas el Estado fue secuestrado en un Pacto de Corruptos, ahora defendiéndose a como dé lugar para no desaparecer, y que todas y cada una de las políticas de Estado se orientaron a repartir el dinero público entre políticos y particulares.
Se ha emprendido una intensa labor para atacar a las mafias y para destapar las prácticas inmorales con investigaciones serias, pero es penoso el silencio de buena parte de la población que parece no inmutarse ante esa realidad y tampoco ante la probabilidad latente de que ese vicioso sistema pueda apuntalarse desde el Gobierno, el Congreso y las Cortes, con la cómplice participación de comisionados de postuladoras prestos a ponerle fin a los avances logrados desde el 2015.
La sonora y profunda voz de Martin Luther King Jr., campeón de las luchas justas libradas pacíficamente, resuena ahora en mis recuerdos porque siento que su queja de aquellos días en la década de los años sesenta, cobra actualidad aquí y ahora. El silencio ante la forma en que han saqueado al país y hundido más a nuestra gente en la pobreza es una traición inaceptable. El silencio es traición cuando nuestros niños no se educan porque pactos espurios entre autoridades y sindicalistas permiten el derroche de recursos. El silencio es traición cuando hay gente que muere sin atención médica y niños desnutridos crónicamente porque el dinero se lo reparten los de siempre.
Hoy en Guatemala, más que nunca, el silencio es gravísima traición.