Carlos Soto Pineda

Hace 170 años el Estado de Guatemala se convirtió “por decreto” en “República independiente” –dizque–, antes en 1824 se denominaba República Federal de Centroamérica e incluía a Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Belice, Soconusco y Chiapas.

Para explicar la situación política de Guatemala hay que entender que en el proceso de construcción del Estado postcolonial se creó una aparente transición de la condición colonial hacia una supuesta independiente –del dominio español–, determinada, al igual que ahora, por una estrategia adaptada a las nuevas exigencias del orden mundial, en virtud del cual se rechazan algunos componentes organizacionales del Estado –colonial–, pero otros quedan intactos, vigentes, o se “maquillan” y se adaptan a las nuevas realidades propias de las condiciones nacionales y globales.

Acá TODO se trata de PACTOS, ya no importa si de arreglos “sobre o debajo de la mesa”, disfrazados de “consenso” –o como puso en boga un cachimbiro que vendió su oportunidad ante la historia–, de “concertación”.

Hoy se da una Neocolonización, a través de organismos supranacionales con privilegios e inmunidades, exenciones y facilidades iguales a las otorgadas a los agentes diplomáticos, que incluyen inmunidad de jurisdicción penal, civil y administrativa, exención de impuestos en Guatemala sobre su salario, y emolumentos, establecidos con la intención de instituir la SUPRANACIONALIDAD de cara a la globalización neoliberal. Buscando crear la percepción que el poder de decisión de los asuntos públicos, se puede volver oportunidad de autodeterminación local a través de las aparentes “manifestaciones” clasemedieras.

Lo que se conoció como proceso de descolonización ahora es NEOCOLONIZACIÓN.

La historia se repite, en Guatemala las transiciones son difíciles, enredadas, y al igual que en la época postcolonial ahora también las élites están divididas. Y lo que muchos vieron como una oportunidad histórica, se convirtió en una regresión política.

A los que buscan esa regresión política y a los que quieren prestarse a ser los “Neocaudillos de la transición” les recuerdo cómo fue utilizada la figura y potencial militar y político del Capitán General José Rafael Carrera y Turcios instrumentalizado para los fines de familias de la aristocracia, y ahora sería de una elite o clase media aspiracional de aparente “mente abierta” pero conservadora, y como terminó… envenenado con una infusión de raíz de chiltepe.

¿En su afán de TRANSICIÓN hay una confusión doctrinaria, sectaria, bancaria, becaria, “alijaria” o pecuniaria?

Uno de los caudillos, el Caudillo Jefe de la Fortaleza Espejante, borró con su soplo lo que Utuquel –el poeta– había escrito en la tablilla premiada, y la fiesta fue desolación, ceniza de eclipse el plenilunio, silencio el canto y se arrastraron por el polvo las banderas de piel de tigre, las sombras pestañudas de los árboles, los dedos de las flores, los panales de miel, la estera de palabras sin precio, y de la Fortaleza de Espejos, repentinamente apagados, salió Utuquel –el poeta– con su tablilla en blanco condenado a depositarla en lo más alto de uno de los volcanes”.

–El espejo de Lida Sal, Miguel Ángel Asturias Rosales–

 

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