Si algo hacía falta para cerrar con broche de oro este año decepcionante en el que la clase política se quitó la careta para mostrar su impúdica corrupción, el diputado Roberto Villate se encargó de ponerlo ayer cuando se quejó porque sus acciones legales en el antejuicio que se le sigue por financiamiento electoral ilícito “se resuelven demasiado rápido”, haciendo evidente cuál es la intención de todo y cada uno de los actos procesales que ha interpuesto. Le molesta una justicia pronta y cumplida porque lo que él quiere es perder el tiempo, entrampar el proceso, y por eso es que con la mayor desfachatez se queja de que “todo se resuelve muy pronto”.

Decimos que es el broche de oro para un año ingrato porque luego de que el Ejecutivo preparó las leyes de impunidad elaboradas en el último piso del edificio de Finanzas Públicas y que éstas hayan sido aprobadas a rajatabla por los diputados, tenemos que recordar que como parte de ese mismo Pacto de Corruptos se rechazó la solicitud de antejuicio para que se pudiera investigar al presidente Morales por financiamiento electoral ilícito, mismo delito por el que se quiere investigar a Villate, lo que pone en clara evidencia que hay un acuerdo entre distintos sectores para evitar la lucha contra la corrupción. Y en el plano de la justicia parece que Villate está enviando un mensaje a los encargados de mantener la impunidad en el Sistema Judicial, porque en el juzgado que tramita su antejuicio “como que no entienden” que están allí para servir a los corruptos y no para andar observando la ley.

Villate está como el dirigente empresarial que se quejó de que los jueces no entienden el entorno nacional y las implicaciones económicas de sus resoluciones, dejando claro que quien no entiende ni jota de lo que es la justicia es ese pobre individuo porque los jueces están para aplicar la ley y punto.

El exabrupto del diputado se explica porque cuando ellos integraron las Cortes lo hicieron para asegurar impunidad y es natural que muestre la frustración que le causa que un juez no entienda “cómo es la cosa”. Porque el asunto está demasiado claro como para que el encargado de un tribunal no lo comprenda. El litigio malicioso es uno de los instrumentos favoritos de quienes son sindicados de algún delito porque lo que no quieren es que se llegue a las instancias finales y, mucho menos a la sentencia.

Y en este memorable 2017 faltaba ese sonoro descaro que ponga la tapa al pomo.

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