Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82

Esté donde esté, será necesario y conveniente que cargue pilas en las horas que quedan del 2017 porque el año entrante será, sin temor a equivocarme, el que marque nuestro rumbo como país para los próximos años sino es que para las próximas décadas.

Y en ese esquema, usted debe entender que el rol que decida jugar dentro de la sociedad será lo que incline la balanza y por eso el titular que usé para esta columna. Mucha gente cree que para poder ejercer el poder de su voz debe renunciar a lo que se tiene para dedicarse al activismo en tiempo completo o a la política misma y eso no es así.

En este año que termina tuvimos un buen ejemplo de lo que significa el poder de la voz y me refiero al período comprendido entre la tarde del 13 hasta la noche del 15 de septiembre, momento en el cual se logró que los diputados dieran marcha atrás a los decretos aprobados en el día de la infamia gracias a que su voz, su molestia y su frustración se hizo sentir de una manera que no se podía obviar.

Pero ese momento también es significativo de lo que “no debemos hacer” y es que tras ese susto que se llevaron los diputados, como sociedad bajamos muy rápido los brazos en un momento que pudo empezar a ser el inicio del cambio a raíz del clamor popular.

La clase política y sus socios particulares fueron muy hábiles en dejar que las cosas se enfriaran porque siempre le apuestan a que no logramos mantenernos vigilantes durante mucho tiempo porque el día a día nos envuelve de manera natural. Muchos pensamos que tras esos eventos de septiembre, a los mañosos se les habrían quitado parte de las mañas, pero solo aprendieron a ser más cautos y menos burdos aunque siguen igual de desbocados y obsesionados con piñatizar y eternizar el sistema.

En medio de toda la realidad que como medio nos toca reportar, también hay muchísimas personas y aspectos positivos sobre los que debemos construir a futuro y esa debe ser la apuesta más importante de lo que viene puesto que si los que soñamos con algo mejor no tenemos la capacidad de sentarnos en una mesa para alcanzar acuerdos y rápido, los de siempre nos seguirán sacando ventaja.

Se nos avecina el proceso de elección de Fiscal General, las obligadas reformas electorales que son de vida o muerte, elecciones clave en el Congreso y reformas que son necesarias porque ante los vicios expuestos, no queda otra salida. Este sistema ya colapsó y con él se están trayendo al plato al país y en especial a la gente.

En el pasado he citado una frase de Obama que me parece apropiada para este momento (ajustada a nuestra realidad): “Nunca deje de creer en el poder de su voz, nunca deje que nadie le diga que su voz no cuenta… Una voz puede cambiar un salón y si puede cambiar un salón puede cambiar una comunidad; si puede cambiar una comunidad, puede cambiar un municipio; si puede cambiar un municipio puede cambiar un departamento y si puede cambiar un departamento, puede cambiar una nación. Su voz puede cambiar Guatemala.”

Y en este momento tan definitivo en nuestra historia, el gran reto es lograr cambios que sean palpables y que nos permitan materializar los sueños y anhelos. Debemos tener la capacidad de ejecutar esas cosas que necesitamos para darle coherencia al mensaje del cambio, pero sobretodo, necesitamos ejecutar para que más gente se apunte a cambiar la realidad y que juntos podamos lograr el sueño de tener una Guatemala más justa, incluyente y generadora de oportunidades para todo aquel que la pide a gritos.

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