Sandra Xinico Batz
sxinicobatz@gmail.com

Guatemala es un país mayoritariamente cristiano. Estamos inundados de iglesias (evangélicas, católicas, mormonas, sabatistas y demás). Un Estado laico es impensable, porque hasta los congresistas se enorgullecen de legislar en base a la religión. En las conversaciones, en el vocabulario, en los actos públicos, en los saludos, en las reuniones, en las escuelas y colegios, Dios es infaltable, ya sea porque se le invoque en la “clásica” oración de inicio de cada actividad o jornada, o porque hasta para quejarnos usamos un ¡Ay Dios (mío)!

Paradójicamente, a que Dios está en todos lados, este es (también) un país altamente violento y discriminador. Tan sólo en el 2017 se registraron 8 mil 691 denuncias de violencia sexual, lo que implica una por hora reportada a las autoridades (datos de Prensa Libre del 28/12/2017). Esta cifra ha aumentado en el fin de semana de Navidad (23, 24 y 25 de diciembre) donde se registraron hasta mil llamadas que reportaban violencia intrafamiliar de las cuales 450 se realizaron en la Nochebuena el 24 de diciembre (datos de Emisoras Unidas del 29/12/2017). Se estima que durante las fiestas de Año Nuevo se rebase las cifras de la Navidad.

¿Ubican la contradicción? ¿Cómo es que en un país tan cristiano se registran las más altas tasas de violencia en las fechas en que se supone veneran y conmemoran el nacimiento de una de sus deidades más importantes como Jesús?

En las fiestas de Navidad y Año Nuevo aumentan la violencia intrafamiliar, las agresiones sexuales, los accidentes viales, los escándalos y peleas callejeras, todo esto como resultado del excesivo consumo de alcohol que también reporta sus mayores índices de venta en estas fechas. El patriarcado, machismo y misoginia han encontrado en el alcoholismo de este país un excelente catalizador de violencias.

Es por esto que es inevitable preguntar ¿dé que se trata el cristianismo y la fe que tanto pregonan profesar miles de guatemaltecos, que incluso aborrecen a los ateos por no ser creyentes del cristianismo, pero que en esta Navidad le propinaron a sus familias golpes, violaciones y relajos?

Es preocupante que se tome de la religión únicamente elementos adoctrinadores y que la espiritualidad de las personas no se traduzca en su cotidianidad, porque las prácticas dicen todo lo contrario al principio de “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, para dar un ejemplo de muchos. La doble moral que nos carcome no permite que nos observemos hacia adentro, sin miedo a que incluso, no nos guste lo que encontremos.

La cuestión tampoco está en que sólo en estas fechas seamos o finjamos ser “buenas personas”, sino en la coherencia que debería sostener nuestras creencias y la iniciativa de cambiar y cambiarnos. Es evidente que no sirve de nada hablar y predicar si en nuestras vidas no estamos dispuestos a accionar.

Cada día es una oportunidad para que en el presente construyamos un futuro de bienestar y está claro que nos falta mucho para que realmente vivamos en paz. Necesitamos seguir luchando.

 

 

 

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