El correo es uno de los servicios públicos más antiguos y aunque proliferan servicios privados de correo y surgen otros medios de comunicación, como Internet, en todos los estados del mundo funciona con eficiencia para atender las necesidades de la población. En Guatemala, por ese prurito inculcado como parte de un esfuerzo de ideologización que satanizó todo lo que hace el Estado, se procedió a su privatización en la época en que se piñatizaron los bienes del Estado y al día de hoy no tenemos ninguna entidad que se encargue del reparto de correspondencia o encomiendas en todo el país.

Uno de los modelos que se pueden analizar para demostrar la falacia de que todo lo que hace el Estado es malo es el Servicio Postal de los Estados Unidos, enfrentado a una vigorosa competencia de empresas privadas con sofisticado y moderno sistema, el correo norteamericano se ha ido renovando para continuar siendo el instrumento más usado en ese país para reparto no sólo de cartas y documentos, sino también del creciente flujo que genera el comercio por Internet. Al día de hoy cualquier persona puede recibir notificaciones vía correo electrónico o mediante aplicaciones específicas de la correspondencia o paquetes que le serán entregados ese mismo día.

De la misma manera en que el transporte público estatal en muchas ciudades del mundo se ha mostrado eficiente y capaz no solo de atender la demanda sino de planificar con absoluta eficiencia y previsión, el correo funciona a la perfección. En este caso, el del correo, hay que decir que tuvo que adaptarse a la modernidad y a la competencia de empresas que, como UPS o FedEx, tienen cobertura mundial y verdaderas flotas de transporte y distribución, demostrando que en un mundo competitivo también las entidades públicas pueden cumplir sus fines y mejorar la calidad de sus servicios.

Por ello es que en La Hora, cuando se produjo la venta de la telefonía estatal, abogamos porque se modificaran las leyes para abrir la competencia, pero preservando la parte que le correspondía a la empresa pública. Una cosa es abrir la competencia para mejorar la calidad de los servicios y otra muy distinta piñatizar los bienes públicos como parte de lo que ahora ya sabemos que es la corrupción que caracteriza a nuestro sistema político.

Guatemala al día de hoy no dispone de sistema de correos y es, seguramente, el único país del mundo que regresa la correspondencia porque no hay servicio postal y no existen planes ni hay visión para restablecerlo eficientemente, lo que significa un fracaso notable como Nación.

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