Claudia Escobar. PhD.
claudiaescobarm@alumni.harvard.edu
La época de las fiestas, entre Navidad y Año Nuevo, puede ser un momento oportuno para reflexionar sobre el sentido que tiene el trabajo que hacemos, al que dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo.
En estos días tuve la oportunidad de sumergirme en un relato autobiográfico apasionante, de quien asume su profesión con intensidad, a pesar de los desafíos que conlleva. Deseo aprovechar este espacio para sugerirles leer esa obra, que nos invita a asumir un rol más activo en nuestra sociedad.
En el libro “En busca de un mundo mejor”, Payam Akhavan, profesor de Derecho Internacional, de la Universidad de McGill en Montreal y miembro de la Corte de arbitraje internacional, comparte su experiencia personal como abogado en el área del derecho humanitario. A lo largo de su carrera, este abogado ha acompañado a cientos de víctimas de la represión y de la guerra en distintas partes del mundo.
Siendo aún un niño su familia huyó de Irán, cuando el ayatola Jomeini tomó el poder y la revolución islámica inició una persecución religiosa en contra de quienes profesan la fe bahá’ís y de aquellos que no compartían su visión de gobierno. La historia de Akhavan está marcada por el exilio y la vivencia de ser un joven inmigrante en Canadá.
Mientras él trata de adaptarse a una nueva cultura, en su país miles de iraníes desaparecían o eran asesinados sin haber sido juzgados por tribunales imparciales. Mona, una joven adolecente, escribe un ensayo sobre la libertad y expresa con contundencia: “La libertad es la palabra más brillante. Pero siempre ha habido hombres poderosos e injustos que han recurrido a la opresión y la tiranía… ¿Por qué no me dejan ser libre?… Si la libertad es un regalo divino, este regalo es también para nosotros, pero ustedes no nos dejan tenerla…” Lo que, en cualquier escuela, de una sociedad libre, hubiese sido reconocido como un hermoso ensayo, en Irán tendría consecuencias graves. Ocho meses después de ser detenida, Mona fue condenada a la horca. Hay acontecimientos que, aunque parezcan lejanos, marcan nuestra historia.
El asesinato de su amiga de infancia, transformó la vida de Akhavan y lo inclinó a dedicarse a la búsqueda de la justicia, como camino para construir un mundo más tolerante, a pesar de los tropiezos que encontró en su camino: “Lleno de fantasías idealistas sobre los derechos humanos, estaba a punto de obtener un rudo despertar a medida que mis ojos expectantes se abrían a las sombrías realidades de la guerra. Entraría en Sarajevo deseando salvar el mundo; Me iría luchando por salvar mi propia alma”.
Guatemala, como otros países, también ha sufrido las consecuencias de conflictos violentos, que han dejado a una población dividida, herida, desconfiada. El ver en los otros al enemigo, a quien hay que destruir, es una de principales fuentes de crisis, como nos recuerda el autor del libro.
Desde su vivencia hace un llamado para que dejemos al lado la indiferencia: “Tenemos que tomarnos en serio el inmenso impacto de nuestra propia empatía, de nuestro propio compromiso, de nuestra responsabilidad tanto de consolar a los que sufren como de despertar a aquellos que sufren de demasiada comodidad”.
Nos hace falta ponernos en los zapatos del otro para entenderlo. Ojalá que el espíritu de la Navidad nos ayude a encontrar la forma de resolver las causas de nuestras divisiones y podamos buscar nuevos caminos para construir una sociedad donde todos podamos vivir en armonía.