Factor Méndez Doninelli

“En lo que va del año, entre las cinco y cinco treinta horas de la mañana, desde mi vehículo he presenciado impotente asaltos a mujeres que caminan o esperan bus sobre la calzada Roosevelt, a quienes asaltantes solitarios despojan de sus pertenencias, teléfono celular y a lo mejor algún dinerito en efectivo”.

Llamo la atención del Ministerio de Gobernación y Policía Nacional Civil (PNC). En Guatemala, debido al clima de inseguridad pública nadie se confunde, tampoco se duda de la escasez de estrategias eficaces para controlar y disminuir los altos índices de criminalidad. Las débiles condiciones institucionales en el tema reflejan poco profesionalismo, aumentando los riesgos de la población honrada y trabajadora que en todo el país está sometida a la acción delincuencial con impotencia e indefensión.

En lo que va del año, entre las cinco y cinco treinta horas de la mañana, desde mi vehículo he presenciado impotente asaltos a mujeres que caminan o esperan bus sobre la calzada Roosevelt, a quienes asaltantes solitarios despojan de sus pertenencias, teléfono celular y a lo mejor algún dinerito en efectivo. Todas las veces, a esa temprana hora y aprovechando la oscuridad del punto, los asaltantes se mueven con tranquilidad debido a la ausencia de policías.

Persisten asaltos violentos en el transporte público muchas veces con pérdida de vidas humanas, abundan los robos patrimoniales en residencias, el despojo de vehículos automotores y motos, las extorsiones siguen en aumento, los robos en la vía pública son frecuentes y la mayoría de veces las víctimas son mujeres.

En años anteriores, veía intensos patrullajes que la PNC movilizaba en unidades motorizadas, vigilando diferentes sectores de la ciudad. Una medida disuasiva que contribuye a controlar las acciones delictivas y al menos, suponer que obliga al repliegue temporal de los delincuentes. No he visto de nuevo esos patrullajes, que la PNC acostumbraba hacer desde primeras horas de la madrugada. La ausencia de estos operativos, favorece la actividad delictiva, como quien dice, los asaltantes, ladrones y asesinos se sienten seguros al momento de cometer sus cobardes y perversas fechorías.

Es necesario que la PNC reanude y active los patrullajes desde tempranas horas, quizá esa acción favorezca la protección de las personas y devuelva tranquilidad a las mujeres trabajadoras, quienes desde muy temprano, se dirigen a sus centros laborales con incertidumbre ante los riesgos que implica salir a la calle debido a la inseguridad pública evidente. Supongo por regla general, que los actos delincuenciales se suceden a diario y en todas las ciudades del país, que 9 de cada 10 personas hemos sufrido asaltos, extorsiones, despojos y robo del patrimonio, sin que muchas veces los responsables sean arrestados y procesados.

Constitucionalmente, el Estado tiene el deber de garantizar a sus habitantes la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la persona. (Artículo 2, Constitución Política de la República). Pero el Estado incumple, es incapaz de garantizar a la población las condiciones mínimas que logren el desarrollo integral de las personas. La PNC sigue graduando agentes y creciendo el número de efectivos, pero, la seguridad pública continúa en pañales. Este es, otro foco de impunidad. También el Estado viola Derechos Humanos (DD. HH.) por omisión.

Guatemala y Honduras se parecen, son dos Estados que siguen violando DD. HH. y vulnerando libertades fundamentales de sus habitantes. En Honduras, otra vez fraude electoral y represión militar. ¿Y la democracia?

 

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