Luis Ramírez García
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Este 5 de diciembre se celebró el 42 aniversario de las fuerzas especiales del ejército Kaibil, llamadas así en honor a Kaibil Balam, príncipe MAM que logró sobrevivir en condiciones extremas al asedio de los españoles. La formación de este grupo élite tiene como finalidad, según lo expresa su excomandante David Barrientos (LA HORA, 5/12/2017), formar un “espíritu inquebrantable, cualidades de liderazgo, resistencia mental y física, capacidad de resolución de conflictos y toma de decisiones bajo presión, lo que los hace capaces de desarrollar operaciones especiales, de inteligencia y contra la delincuencia terrorista en condiciones adversas”. Además, agrega Barrientos que “La filosofía de los kaibiles se resume en su lema y nos ilustra su firmeza, si avanzo sígueme, si me detengo aprémiame, si retrocedo mátame. Lo anterior no es ficción, aprobar el curso, haber comandado el Batallón y posteriormente la Brigada de Fuerzas Especiales Kaibil me da certeza de tal realidad.” Me quedo perplejo ante tales afirmaciones, pues precisamente, según la Comisión de Esclarecimiento Histórico, CEH, el 5 de diciembre, pero de 1982, un batallón, conformado por 18 instructores de la Escuela Kaibil y 40 soldados kaibiles, recibieron la orden de ir a la comunidad de campesinos Las Dos Erres, asentada en La Libertad, Petén. Las instrucciones, según la CEH, fueron registrar la aldea, matar a los pobladores y recuperar los 19 fusiles perdidos en una emboscada que las Fuerzas Armadas Rebeldes, FAR, habían realizado meses antes, y en donde murieron 21 soldados. Ese mismo 5 de diciembre, el grupo de soldados kaibiles se vistieron de guerrilleros e iniciaron una de las masacres más sanguinarias y crueles que registra la historia de Guatemala. El motivo, según la CEH, fue la vinculación que tenía Las Dos Erres con la guerrilla. Las pruebas “contundentes” recabadas por inteligencia militar de dicha vinculación, fueron las siglas encontradas en uno de los sacos que servía para resguardar la cosecha agrícola, en las cuales se leía FAR. Dichas siglas, en realidad, se referían a uno de los fundadores de la comunidad, Federico Aquino Ruano. El relato de la masacre, a partir del testimonio de los pocos sobrevivientes vertido a la CEH, de las exhumaciones realizadas años después y de las pruebas vertidas en el juicio y condena en contra de algunos autores en el año 2011, es una escena de terror. A partir de la madrugada del 6 de diciembre de 1982 y durante los dos días siguientes, el batallón Kaibil, se dedicó ininterrumpidamente a torturar, violar a las mujeres, provocar abortos y asesinar a todos los pobladores, incluyendo niños. Los cuerpos, en su mayoría, fueron depositados en un pozo de agua, el cual, como mudo testigo, resguardó durante varios años los restos de más de 160 víctimas. En los próximos años se seguirá conmemorando el cinco de diciembre, tanto la fundación del grupo élite Kaibil como también la masacre de Las Dos Erres, ambas están unidas por la historia inexorablemente. Las palabras del excomandante del Batallón Kaibiles David Barrientos del “reconocimiento a los militares fundadores de esta escuela que ha perdurado y debe seguir preparando hombres para misiones especiales. Adelante kaibiles, los guatemaltecos no sabemos cuándo los vamos a necesitar…” quedan diluidas por lo sucedido en Las Dos Erres. Llegó el momento para que el Ejército reflexione abiertamente y con la verdad sobre su participación y responsabilidad en las violaciones a los derechos humanos durante el Conflicto Armado Interno.

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