Francisco Cáceres Barrios
caceresfra@gmail.com

Después de las tres derrotas consecutivas de los diputados que integran el Organismo Legislativo de nuestro país por seguir empeñados en realizar actos de corrupción, demostrar que poco les importan los valores éticos y morales que debieran privar en dicha entidad y en el resto de la sociedad, como dedicar todo su tiempo disponible en solo andar en busca de satisfacer sus intereses personales, nos ha tocado escuchar y leer opiniones en que se asegura que nuestro Congreso podría cambiar, que sus diputados podrían ponerse a trabajar en forma eficiente, honesta y buscando siempre el bien común. Ante tal situación solo me queda preguntarme y preguntarle a usted estimado lector, si todavía seremos capaces de creer que para Navidad el que viene desde el Polo Norte a dejarnos regalos es Santa Claus.

No, hace rato debimos habernos dado cuenta que con el paso del tiempo el sistema electoral creado desde el año 1985 se ha venido deteriorando a tal punto que hoy, si es que en verdad queremos vivir dentro de un legítimo régimen democrático, no nos sirve para nada. No, la mayoría de diputados que hoy integran el Congreso compraron su curul y si no lo hicieron literalmente hablando, utilizaron todo tipo de embustes para hacerse de él, como que durante el tiempo establecido para desempeñar un cargo que debiera significar dignidad y buen comportamiento, se han dedicado a hacer todo lo contrario. No, reconozco que ya estoy bien grandecito como para seguir creyendo en Santa Claus.

Si en verdad queremos que nuestro Congreso trabaje bien en provecho de sus electores debemos cambiar de cabo a rabo la forma de elegirlos. No más cochinas listas de los partidos políticos. No más politiqueros que quieran pasarse los cuatro años de su mandato haciendo todo tipo de trampas y engaños para poder reelegirse, cuando esa mala práctica debiera eliminarse de una vez por todas de nuestra legislación ¿o no han sido suficientes los pésimos ejemplos de los llamados “dignatarios” que han hecho hasta lo imposible para engordar sus bolsillos, poniéndose a vender plazas o hacer desaparecer recursos financieros del Estado por varias decenas de millones de quetzales?

Suficiente tiempo ha pasado para comprender que solo hay una manera de cambiar al Congreso y a los diputados: La de arrancar de raíz la forma en que se han venido eligiendo, eliminando la posibilidad de reelección hasta no haber pasado un período completo y otorgando a la ciudadanía el derecho de poder revocar el mandato, si pasada la primera mitad del período para el cual fueron electos su trabajo haya sido insatisfactorio, deshonesto como dependiente de intereses ajenos a los del país, incluyendo los presidenciales.

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