Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82

Hay muchas personas que dicen que no se puede seguir desprestigiando a la clase política porque eso ahuyenta e impide que más personas frescas, capaces, honradas y determinadas se sumen al mundo político para incidir de la mejor manera en la cosa pública que ofrezca un mejor rumbo para nuestra nación.

El desprestigio de la clase política no se deriva de lo que dice la gente, de lo que publiquen los medios, de lo que se platica en las sobremesas o de lo que las redes canalizan sino es consecuencias de los propios actos de un grupo de personas que ha utilizado la política para satisfacer intereses personales, para traficar influencias, para usar la corrupción con el fin de amasar fortuna y escudarse en la impunidad para salirse con la suya.

De tal cuenta, que bajo las actuales circunstancias, con las reglas que ahora están vigentes, aún con las modificaciones que el Congreso desea aprobar y que no atacan ningún vicio, querer participar en el mundo político es una locura suicida. Es algo así como decir que habrá un capo del narcotráfico que será diferente porque hará de las suyas de forma “elegante” y marcará la diferencia en un lago de estiércol.

Además, querer participar en el 2019 significará ir a pedirle cacao a los caciques de los partidos políticos, en otras palabras irle a pedir a Sandra Torres, Manuel Baldizón, las huestes de Alejandro Sinibaldi, Álvaro Arzú, Felipe Alejos, Zury Ríos, Alejandro Giammattei, Roberto González, entre otros y decirles que se desea acabar con el sistema que les ha sido tan rentable a ellos y a sus secuaces y, claro, entre esa opción y la que les ofrezca dinero a cambio de espacio, no habrá duda de por cuál se decantarán.

Por eso es que si usted desea participar en el próximo proceso eleccionario debe luchar y hacer oír su voz para que las reformas que presentó el Tribunal Supremo Electoral (TSE) se lleguen a materializar porque esa sería la única forma en la que usted y muchos guatemaltecos podrían participar del mundo político sin las reglas de la cooptación y sin que participar de la política se convierta en un eterno infierno que lo haga traicionar sus valores.

Las carencias de nuestra nación deben enfrentarse desde la función pública porque de esa manera los cambios puedan ser a gran escala, pues de lo contrario, nos quedamos en cosas puntuales que no logran generar bienestar a muchos, especialmente para las grandes mayorías que han sido históricamente marginadas. Hay que decirlo, la clase política en gran medida goza con el desprestigio porque eso hace que buena gente se ahuyente.

Siempre existirán vicios y los problemas, como en la vida, no desaparecerán por obra de magia o en poco tiempo, pero sí le puedo asegurar que con las reglas actuales y con las que desean introducir, los incentivos correctos de participación política son nulos y por ende los cambios nunca llegarán por la vía institucional. Debemos luchar por lograr los cambios y porque, si se logran, no se aplique eso de “hecha la ley, hecha la trampa” y de esa manera permitir que algo bueno empiece a ser manoseado y cooptado de forma rápida para regresar a lo mismo.

Hay muchas personas valiosas que tienen mucho que ofrecer a este país y a sus familias, y por eso es que debemos atinar a que se materialicen los cambios que el TSE propone porque eso sería una buena opción de entrada para gente nueva a lo largo y ancho del país. Esa opción que plantea el tribunal electoral debería ser la plataforma por medio de la cual muchos puedan alzar su voz como punto de partida para lograr el tan necesitado cambio que necesita nuestra Guatemala.

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