Edwin Melini*

HACIA EL CONSENSO DE UN NUEVO MODELO ÉTICO, FILOSÓFICO, POLÍTICO, JURÍDICO, ECONÓMICO Y SOCIAL QUE PERMITA RESCILIAR EL ESTADO GUATEMALTECO MEDIANTE LA COOPERACIÓN SOCIAL.

El análisis y reflexión sobre la situación actual en Guatemala nos permite concluir fácilmente que los valores y principios que fundamentan nuestro Estado por diversos hechos, circunstancias y razones no han logrado hacerse efectivos para generar bienestar en las personas que residimos en este país. Aunque es claro que el ser humano tiene instintos egoístas y altruistas y que es la estructura ética la que determina su accionar, es importante sugerir una alternativa de reflexión para ver desde otra perspectiva el futuro nacional.

El modelo de república surgido como consecuencia en la Revolución Francesa de 1789 y adoptado desde hace muchos años, se ha mantenido legalmente vigente, pero ha sido ineficaz para lograr el bienestar de los ciudadanos. La incorporación de valores de la sociedad norteamericana tampoco ha permitido que ese bienestar se manifieste en los gobernados. De igual manera la introducción de valores de la cultura europea y del socialismo en la legislación positiva no han generado cambios eficientes ni precedentes que generen certeza y desarrollo económico. Algo similar sucede con valores universales y principios éticos categóricos del cristianismo, la filosofía y la economía que han sido eficientes en otras regiones, que tampoco reflejan esa eficacia en nuestro medio.

Una aproximación multidisciplinaria nos permite concluir preliminarmente que la simbiosis y eclecticismo que se refleja en nuestro estado plural, multicultural, megadiverso y multiétnico, ha impedido un consenso que permita mediante la cooperación de todos los actores resciliar el modelo de Estado que tenemos para consensuar mediante la ética del consenso, definir a largo plazo un nuevo modelo ético, filosófico, jurídico, económico, político y social que haga viable y permita mediante el desarrollo sostenible, la equidad, bienestar y felicidad para las personas humanas que compartimos este espacio geográfico.

El ya superado positivismo lógico y jurídico, el racionalismo constructivista generado por las burocracias académicas desde los centros de pensamiento -que mayoritariamente transmiten ideología más que hacer academia e investigación aplicada-, el rigor kanteano, generado en las élites basado en el cristianismo ortodoxo, el relativismo moral que generan los mass media o la búsqueda de la eficiencia económica que generan los órdenes espontáneos auto generantes y la informática, tampoco el empirismo de nuestras culturas originarias y de nuestras élites políticas, jurídicas, burocráticas, industriales, comerciales, agrícolas y de servicios y nuestros actores emprendedores, ni los valores cristianos de la familia, tampoco han impedido o limitado el desenlace de un individualismo metodológico, que unido a la justificación ética egoísta de muchos de los actores, determinan un modo de vida contradictorio que busca la eficiencia económica a costa de los valores, lo que impide hasta hoy, superar la dualidad, la exclusión y el conflicto motivando el aborto social de miles de ciudadanos hacia el extranjero en búsqueda de su bienestar y somete a la generalidad de habitantes no migrantes en la incertidumbre, la violencia, el escapismo religioso, el consumismo y en el inagotable consumo infinito de tiempo y recursos en un ir y venir, generado por falta de ordenamiento territorial y un activismo sin sentido, que consume el esfuerzo laboral y económico con alto costo de oportunidad, tiempo, combustibles, salud y calidad de vida de muchos guatemaltecos, especialmente en áreas urbanas y suburbios, que carece de sentido, por ser ajeno a la armonía con la vida, la naturaleza, la paz humana y social; donde actores que buscan egoísta e históricamente insaciables rentas y privilegios aprovechan este proceso anárquico para beneficiarse en detrimento de sus hermanos guatemaltecos . Como ya se ha afirmado que la cultura es más poderosa que la razón o la creencia, es posible que una reflexión sobre la ética del consenso para generar un nuevo modelo no sea viable para quienes tienen un prejuicio o un interés particular, sin embargo, la perspectiva de seguir como estamos, nos motiva a intentar motivar resciliar el modelo actual mediante la cooperación social de todos sin exclusión alguna.

Lo anterior consideramos es razonable, si reflexionamos que históricamente el ser humano en todas partes del mundo a lo largo de la historia, como autofìn que es, buscando su propio interés ha logrado sobrevivir, avanzando por ensayo y error y ha generado mediante un proceso de selección cultural, normas de comportamiento no estructuradas pero eficientes que le han permitido generar la civilización actual. Evaluando esos procesos, es posible consensuar que ese avance se ha producido, luego de innumerables episodios de guerra, revoluciones, violencia e imposición de ideologías por minorías sociales y en los últimos siglos (a pesar de mayorías parlamentarias que son minorías sociales que concertadamente asignan rentas y privilegios a grupos que buscan intereses particulares sobre los generales), generando un proceso de cooperación social en el cual cada ser humano, más allá de las políticas públicas y la legislación, quienes buscando su propio destino, sin proponérselo ha ayudado con su trabajo y esfuerzo y se ha beneficiado del trabajo y esfuerzo de los demás, lo que ha permitido que todos en la sociedad nos veamos beneficiados de una u otra forma, en distintos aspectos, momentos, proporciones y circunstancias de ese proceso económico-social por el resultado de la creatividad, emprendimiento e innovación que nos permite gozar progresivamente de los beneficios y satisfactores tecnológicos generados.

Si ello ha sido posible a pesar de tanto abuso, aprovechamiento e historias de horror, reflexionemos cuanto podremos lograr si aplicamos ese principio de cooperación social en consensuar, todos los actores legítimos de esta sociedad, los valores y principios que a largo plazo permitan avanzar a los guatemaltecos hacia el bienestar, definiendo un modelo legítimo no sólo legal, económico incluyente -hoy ausente- una política pública de justicia -que permita superar el positivismo jurídico- que nos proyecte a un Estado de Justicia, un nuevo modelo político federal que permita integrar nuestra multiculturalidad originaria, con los valores universales de las sociedades que han logrado su desarrollo y un modelo social que genere equidad para todos los actores y nos permita superar la pobreza espiritual, intelectual, económica y social que hoy nos limita e impide el bienestar humano y social. Bien se ha dicho que el ser humano sólo piensa cuando tiene problemas… es tiempo de pensar y que los ciudadanos aportemos al debate, propuestas innovadoras para trascender del estado de mediocridad en el que nos desenvolvemos (que es un problema suficiente para motivarnos a pensar) y generar una reflexión interna que motive una nueva acción humana dotada de conciencia espiritual y coherencia, pensando y actuando en cooperación con los demás para propiciar el bienestar. Este sencillo artículo es mi aporte y primer paso hacia ello…y pretende ser una motivación para su aporte objetivo como ciudadano.

*Abogado en Ejercicio Liberal, Consultor, Académico-Profesional-Empresarial, Fundador MC- Escuela de Derecho.

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