Dra. Ana Cristina Morales

La quema del diablo es una tradición en Guatemala, se realiza como un ritual de purificación del espíritu y del hogar. En el cual a través del fuego se persigue sacar la maldad personificada en el diablo, como parte de los preparativos para recibir a la Navidad.

Se realiza el día 7 de diciembre a las 18:00 horas. Y se acostumbra a realizar este ritual en familia realizando una hoguera de manera conjunta, involucrando materiales de desecho y de estorbo en las casas, como papel, ramas y hojas secas de árboles. En la actualidad existe la sofisticación de quemar piñatas con la figura de un diablo rojo con cacho y cola, acompañado de un tridente. Y también el peligro que entren en combustión materiales distintos a los acostumbrados y que puedan convertirse en contaminantes ambientales.

Este ritual es un momento de compartir en familia, alrededor de una fogata, en donde se aprovecha también de degustar buñuelos y ponche. Al parecer este comienza con el fin de iluminar el paso de la procesión de la Virgen Inmaculada Concepción. En una época en la cual el alumbrado eléctrico era inexistente por las calles del país, según algunos historiadores la tradición se originó en el siglo XVI.

Se dice, de acuerdo a la creencia popular que el diablo se esconde en los rincones de las casas y entre las cosas viejas. Y el arder de un fuego provoca entrar a las fiestas navideñas con la casa limpia. Con esto, se trata de eliminar todo lo malo o negativo. Esta celebración suele acompañarse con la también polémica quema de fuegos artificiales.

En lo personal considero que nuestras tradiciones sirven para identificarnos y obtener un sentido de pertenencia a nuestro país. Y que cuando esta comenzó a realizarse Guatemala, este era un país pequeño, con menor población y había menos riesgos al realizarla. Que de manera independiente a la religión que se tenga, las tradiciones se enraízan en nuestro inconsciente colectivo y hay que darle cabida a su expresión y respetar con el fin de mantener una mejor convivencia. Pero, considero como sugerencia que esta tradición, ahora que somos muchos en el país y hemos visto riesgos y peligros en su realización, sea regulada por normas protectoras ante incendios y contaminación ambiental. Todos deseamos sacar a nuestro diablo interno, aunque sea por un momento. Para sentirnos libres y renovados en la vida, apegados a ella con un espíritu lleno de buenas intenciones.

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