Luis Fernández Molina

Anticipaba en la entrega anterior las turbulencias que pueden provocarse en caso no se afinen bien todos los engranajes de la maquinaria electoral. Es cierto que urgen los cambios y que el tiempo es corto (para las elecciones de 2019), pero no por ello vamos a resolver atropelladamente.

Las raíces de la democracia encuentran su sustrato en las capas más profundas donde se nutre del principio básico: que los ciudadanos decidan su destino político. Por lo mismo, mientras más opciones se le brinden a ese ciudadano, mayor oxígeno tendrá nuestro sistema. De eso se trata, de escoger libremente y lo más amplio que se pueda porque una oferta electoral condicionada o limitada es un mero simulacro de democracia. La idea del voto nominal es muy buena. Sin embargo, la democracia también implica orden y es aquí donde deben empalmar la ampliación de oferta electoral con un sistema ordenado, bien estructurado.

El voto nominal implica que yo estampe la “x” sobre la fotografía de determinada persona física. Por ello debo ver todas las fotos. ¿Cuántas fotos serán? Ello depende de qué tan grande sea el “distrito”. Si fraccionamos el distrito los mercados van a ser menores y la calidad de escogencia va a ser mayor. El votante de Nebaj va a escoger entre postulantes de esa región y no de todo Quiché; lo mismo en Malacatán respecto de todo San Marcos. Por ello la feliz inclusión del voto nominal debe ir de la mano con esta creación de subdistritos; caso contrario (que el voto fuera por todo Quiché o San Marcos) a cada votante, en vez de entregarle unas cuatro papeletas, le entregarían ejemplares de periódicos. Ilógico y sumamente oneroso. Otro ejemplo, supongamos que en un distrito (o subdistrito) se eligen tres diputados, la curul se le asignará a quien haya obtenido más votos -obvio. Ahora ¿valen lo mismo los votos por el partido que votos por una persona? ¿A quién se asigna la curul? Y si son tres curules ¿Cómo asignar si se mezclan los conceptos de voto tradicional con voto nominal? Realmente va a ser un enredo, pero que no “panda el cúnico” porque nos han revelado la fórmula salvadora: [((n+1-i) x VL] + VD. ¡Chanfle! La clave es muy confusa y si a los analistas les toma esfuerzo entender y muchos diputados les cuesta entender ¡imagínese el resto de la población!

B) Subdistritos. Los subdistritos atienden a factores de población, situación geográfica y aspectos socioculturales (interesante). Se procura una democracia más local, en que los ciudadanos conozcan a sus candidatos; saber por quiénes estamos depositando el sufragio. Sin embargo, ronda el fantasma de una posible inconstitucionalidad pues el artículo 157 constitucional hace referencia a “distritos electorales” siendo que ordena que cada departamento constituye un distrito. No se mencionan los “subdistritos”, pero tampoco los prohíbe. En todo caso la razón de establecer que cada departamento es un distrito obedece, precisamente, a ese principio de dispersar, de acomodar el voto a lo regional.

C) Mayoría alcaldes. Si un candidato no tiene más del 30% de los votos totales y menos del 5% sobre el segundo, las elecciones deberán repetirse. Ello no es del gusto de muchos alcaldes actuales. Quienes se oponen a la repetición argumentan que esa segunda vuelta promueve los “trances” y formación inesperada de alianzas coyunturales. En otras palabras que es un incentivo perverso. Ahora bien, para la elección de presidente sí se aplica la segunda vuelta. Si es perverso en unos casos es perverso en todos los demás.

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