Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

La destitución fulminante de la viceministra de Agricultura Rosa Elvira Pacheco y las explicaciones que ha dado el Gobierno sobre la decisión que tomó el Presidente, dejan un muy mal sabor de boca porque evidencian que la maña de hacer negocios y lucrar con las necesidades de la gente no han cesado y que es pura paja que el Gobierno esté comprometido en la lucha contra la corrupción, como tuvo los faroles de decir el magro Almagro. Y es que con entereza y determinación la exfuncionaria ha explicado que se le estaba queriendo forzar a firmar compras que ella no podía aceptar, ante lo cual el ministro, Mario Méndez Montenegro, fue a quejarse con su amigo Jimmy Morales para despedir sin más trámite a la funcionaria.

No pudo el Presidente, por lo visto, tratar de oír las dos versiones sino que le sobró y bastó con lo que le dijo su Ministro, como si tuviera un Gabinete que fuera un dechado de transparencia y decencia. En un negocio de ese calibre cualquier funcionario decente lo que hace es averiguar porqué es que alguien quiere firmar a trompatalega y porqué alguien se opone a las firmas. El argumento de que negarse a firmar es un crimen de lesa humanidad porque afecta a familias que padecen hambre es una burda y despreciable demagogia porque si algo les ha valido madre a quienes componen este Gobierno es el tema de la alimentación, sobre todo de los niños que sufren de desnutrición crónica.

Si tanto ha sido el interés, como para proceder de manera inmediata y sin chistar a destituir a una funcionaria, seguramente que debiéramos encontrar abundantes pruebas que serían la ejecución efectiva y diligente de programas serios de alimentación para eliminar el hambre a tantas familias en Guatemala. Pero resulta que no hay tales, que el Ministerio de Agricultura pensó en el tema cuando vieron la oportunidad de hacer un negocio con la compra de insumos que ni siquiera están en plaza.

Es una vergüenza que los guatemaltecos hayamos tenido que ser presentados en la forma en que lo tuvo que hacer el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los derechos humanos específicamente en el tema de la desnutrición y la falta de programas para dar alimento a la gente más pobre y peor aún que tras ese lapidario informe se pueda comprobar que son tan pícaros que hasta con el hambre de la gente quieren lucrar y hacer trinquete. No sería, por cierto, la primera vez que se usan las necesidades sociales como pretexto para robar porque en Guatemala hace muchos años que no se implementa ninguna acción pública si no es para medrar inmoralmente, pero en las condiciones actuales, cuando la lucha contra la corrupción tiene que ser parte esencial de todo lo que hagamos en el país, el papelón que hicieron jugar al Presidente, si es que él mismo no lo quiso jugar, es patético y preocupante porque evidencia tanto incapacidad como falta de interés y compromiso con la transparencia.

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