En Guatemala todos los votos tienen precio, aún el del ciudadano que acude cada cuatro años a las urnas, pero ninguno es tan valorado como el de los diputados para aprobar el Presupuesto General de la Nación, instrumento financiero en el que se hacen las asignaciones que luego permitirán a los miembros del Congreso gozar de las mieles del Listado Geográfico de Obras, entre otras muchas ventajas y beneficios a obtener luego de la negociación en la que se pone precio final al voto decisivo.

Y esta última semana de noviembre será decisiva para el Gobierno que se ha propuesto un plan de gasto muy superior a su capacidad de ejecución y mucho más inflado que la capacidad de recaudación que tenemos. Al Presidente y su ministro de Finanzas el endeudamiento les importa un comino porque, al fin y al cabo, el país también les importa un comino. La incapacidad para generar ingresos luego de que se ordenó a las autoridades de la Superintendencia de Administración Tributaria que dejaran de estar molestando a los contribuyentes con demandas y juicios por evasión, es algo que se refleja en la baja de la recaudación y ahora, como siempre que el diablo paga mal a quien bien le sirve, hablan de remover al Superintendente por no haber cumplido las metas.

Pero en todo caso lo que les importa es tener las asignaciones para luego iniciar el plan de la venta de bonos que es un negocio redondo para muchos y que, por ello, atrae tanto a inversionistas a los que no les cuesta mucho convencer a cualquier inepto de que el camino es mayor endeudamiento. Y se sacan a la venta los bonos aunque no haya capacidad de ejecución del Presupuesto y eso lo podemos comprobar todos los años porque aunque no se llegue a las metas de gasto e inversión, de todos modos la meta de colocación de bonos es algo que sí se cumple, lo cual por supuesto no es algo que se haga de gratis.

Por todo ello es que este Presupuesto viene a ser tan importante para las autoridades porque cuando por los temores que genera el ataque a la corrupción baja la capacidad ejecutora del Estado y, por consiguiente disminuyen las coimas y mordidas, una buena fuente de enriquecimiento está en esa perversa colocación de bonos y por ello el voto de los diputados se vuelve tan valioso y caro y éstos usan su poder para elevarle el precio y de esa manera sacar más raja. Se vienen, pues, horas decisivas.

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