Javier Monterroso

En la columna de la semana pasada expliqué por qué el Congreso de la República es el órgano más poderoso del Estado, pero también que el actual Congreso no ha cumplido en forma adecuada con las importantes funciones que posee, al contrario, se ha convertido en un mercado donde se venden y compran plazas de trabajo y proyectos de construcción de obras, que los diputados se han convertido en extorsionistas de ministros a cambio de no interpelarlos, que las leyes lejos de favorecer a las grandes mayorías se convierten en mecanismos para garantizar impunidad como las reformas al Código Penal aprobadas por el Congreso el 13 de septiembre pasado, y que, además, hay diputados que llevan más de veinte años de estar en el Congreso, en buena parte porque no son capaces de ejercer otro trabajo que no sea vivir a costillas del pueblo.

Sin embargo, también hay que aceptar que estos problemas no son solamente de este Congreso, sino que en mayor o menor medida se han presentado desde el retorno a la democracia en 1986, mi hipótesis es que el diseño constitucional permite o facilita esas conductas, y por ello propongo discutir reformas constitucionales que limiten las posibilidades de que el Congreso siga siendo el foco de impunidad, clientelismo y nepotismo en el que se ha convertido.

Un primer punto es por supuesto sobre la forma en que son electos los diputados, se debe eliminar el listado nacional, pues no tiene sentido en un parlamento unicameral y es el reducto de los caciques partidistas, los diputados deben ser representantes de los departamentos y municipios del país y no solamente del partido que los propuso, por ello un segundo punto es reformar los distritos electorales creando distritos pequeños y representativos, además debe permitirse partidos de carácter departamental que postulen sólo diputados para sus departamentos, por supuesto debe limitarse la reelección a sólo dos períodos y se deben hacer elecciones legislativas en períodos distintos a los del Presidente para evitar que la elección de representantes sea un espejo de la elección presidencial.

Pero se debe ir más a fondo, los diputados no deben recibir un salario mensual sino solamente dietas por asistir a sesiones, pues no deben ser políticos profesionales sino representantes de sus departamentos que se dedican a diferentes trabajos y profesiones y que acuden a representar a sus distritos al pleno, en ese sentido no deben sesionar la mayor parte del año, únicamente de los meses de octubre a diciembre de cada año, para aprobar el presupuesto general, fiscalizar la ejecución del año y aprobar leyes, deben haber no más de 10 comisiones de trabajo en el Congreso y los asesores deben ser nombrados por el Congreso mediante concursos públicos por oposición y no nombrados a dedo por los diputados o miembros de los partidos políticos, por supuesto estas propuestas requieren una reforma constitucional, los cambios de fondo que el país necesita requieren de una Asamblea Nacional Constituyente.

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