Alfredo Saavedra

Desde Canadá. – Revisionista de la doctrina, el fraile Julián Cruzalta ha sido proscrito de la Iglesia Católica en México, pero seguido por una legión de mejicanos que lo aclaman como “Un padre a toda madre” y con un prestigio internacional que se resuelve por la simpatía multitudinaria en los países que recorre en Latinoamérica, donde la feligresía tradicional del conglomerado católico escucha con asombro a un sacerdote renovador con un mensaje revolucionario.

Fray Julián Cruzalta se presenta con sus notables credenciales de profesor en teología, defensor de los derechos humanos, conferencista y por si eso fuera poco, un pintor profesional. Significativo ha sido su paso por Bolivia, donde se practica un programa denominado Descolonización religiosa, coincidente con los principios de la agenda de Cruzalta quien es ya parte de una línea de directores religiosos que se han pronunciado por una renovación en las orientaciones del dogma cristiano cuando no una renuncia al mismo como en los casos del exsacerdote Tom Harpur y la reverenda de la Iglesia Unida, doctora Gretta Vosper.

Fray Julián estuvo en Guatemala hace dos años y ofreció una magistral conferencia en el exteatro Lux, donde con profesional retórica expuso importantes aspectos de la religión relacionados con la vida civil y destacó la importancia de la laicidad en la educación. Eso vino al caso porque en esos días un diputado del establo nacional de la república tuvo la desafortunada ocurrencia de presentar una moción, para hacer obligatoria la enseñanza de la Biblia en las escuelas públicas.

Eso constituiría un reculón en la historia nacional, pues desde hace siglo y medio, con la Revolución de 1871, se instituyó de forma oficial la separación de Estado e Iglesia con lo que se entraría en un sistema de educación laica para la enseñanza pública, independiente, por supuesto, para la educación privada que dentro de un régimen democrático admite ese privilegio. Pero la educación pública en los países no constreñidos por una dictadura religiosa (musulmana, por ejemplo), la educación debe ser laica y punto.

Fue significativo que durante la citada conferencia Fray Julián declarara que la Biblia “forma un compendio de mitos” y opinó que en la hipotética alternativa mejor se hiciera recomendable la lectura del Popol Vuh que aunque también mitológico tiene un sello nacionalista. La declaración de asignar a la Biblia un carácter mitológico significó en Canadá el retiro de la reverenda Vosper, una profesional autora de más de un libro y quien al cerrar el templo a su cargo ha fundado la organización denominada Oasis, con fundamento en la educación de la familia, con una filosofía tan atractiva que arrastró a su previa feligresía hacia el nuevo orden de interpretación de la vida.

En cuanto a Tom Harpur, un intelectual quien dejó el hábito sacerdotal, tras siete años de servicio, viajó luego por Israel e hizo un amplio recorrido por Tierra Santa, en estudio que lo convirtió en prestigioso periodista y escritor. Mantuvo por varios años una columna en el importante diario Toronto Star. Resultado de sus investigaciones fue su convicción de que la historia de Jesús era una alegoría. También especuló sobre la homosexualidad de San Paúl, con documentación basada en las confesiones del santo apóstol en libros del Nuevo Testamento.

En cuanto a Fray Julián Cruzalta, continúa en activo, en servicio religioso en su natal México y ha sido invitado en varios países para entrevistas en la televisión y conferencias donde manifiesta sus puntos de vista sobre temas tan controversiales como el aborto que, afirma, lo solidariza con las entidades e individuos ilustrados que defienden su práctica. Entonces, sí es un padre “a toda madre”.

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