Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82

Hay una preocupación generalizada porque la situación económica del país no va para bien, y algunos dicen que la lucha contra la corrupción ha frenado el movimiento de los capitales, pero entonces eso significa una aceptación tácita de que nuestra economía descansa sobre las bases de la corrupción, lo que hace más clara la razón por la que muchos desean preservar el modelo con su esencia intacta.

¿Se puede imaginar usted que si hay preocupación entre aquellos que comen los tres tiempos, qué sentirán aquellos que no han sido tan afortunados de tener comida tres veces al día, ni un presente que los ilusione ni un futuro que lo inspire?

El nivel de desesperación de algunos es tal que tras apoyar a Jimmy Morales en su declaratoria de non grato, estuvieron a punto de sacrificarlo para intentar controlar la transición (como con Alejandro Maldonado Aguirre), forzar la salida de Jafeth Cabrera y lograr colocar un tecnócrata que tuviera apenas lo suficiente para dar oxígeno y continuidad al modelo.

La venida del embajador Luis Arreaga brindó una tensa calma a la situación, pero demostró que los mismos de siempre no desean cambios y siguen en las diferentes trincheras sin haber aprendido nada porque continúan maniobrando por mantener las cosas como están y le apuestan a globos que hagan parecer que todo cambia cuando en realidad nada cambiará.

Son un fiel creyente que el cambio es un tema económico, que nuestro modelo está más que agotado y que debemos tener la capacidad de dejar aislados a los que apuestan por la continuidad del sistema, unificando los esfuerzos o “piquetes” de muchos guatemaltecos que sí deseamos cambios porque entendemos que lo nuestro no tiene vialidad en las presentes condiciones.

Debemos tener capacidad de alcanzar los “mínimos” que los enemigos del cambio no desean que se materialicen porque eso arriesga el modelo, y debemos regresar a entender que el epicentro de todo está en el Congreso y que debemos poder lograr una depuración del Legislativo actual y modificar las reglas con las que instalaremos al nuevo Congreso cuando haya elecciones en un futuro.

Time is money” dicen en el norte y aquí se aplica a la perfección porque mientras más tiempo perdamos conservando el modelo, más estamos perdiendo todos porque provocaremos que el cambio termine siendo más brusco y trágico.

Siempre decimos que para que el país cambie la gente debe estar más activa ejerciendo ciudadanía, pero hoy muchas personas no se terminan de enganchar porque no saben dónde, con quién, cómo, ni cuándo debe ejecutarse ese tan cacareado cambio, y es ahí donde tenemos la harta obligación de encontrar los mecanismos de sentarnos en una mesa a encontrar los puntos que nos ofrezcan un rumbo distinto para que de eso surja la fuerza del cambio y la plataforma que sea la tribuna para canalizar las voces, los sueños, deseos y anhelos de muchos.

Algunos nos quieren vender que el cambio pasa porque cesen las investigaciones, porque se detenga la persecución penal, porque se vaya Iván Velásquez, porque el sustituto de Thelma Aldana sea un aliado de la impunidad, porque los americanos sigan la línea de Donald Trump en lo personal, y porque sigamos teniendo las causas de marginación que generan migración porque eso a su vez genera miles de millones.

Entre más tiempo nos tardemos en cambiar, más complicado se pondrá el panorama; por eso debemos iniciar la transición ya.

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