Roberto Arias

Hemos visto a través de las décadas cómo los gringos han deshecho países y sociedades enteras a pura bala y muerte de civiles inocentes, en su afán de saciar su voracidad por mantener la hegemonía mundial en todos los órdenes. Para ellos es lógico creer que el mundo sea su patio trasero y, obviamente desde su óptica, los recursos naturales de los países más débiles y aguambados, son de su pertenencia. Por esas razones, en la Oficina de Evaluación Neta (Office of Net Assesment) del Departamento de Defensa cuyo objetivo es analizar el futuro del Ejército y sus amenazas, Andrew Marshall, ex director (1973-20015) comisionó en 2004 un reporte confidencial a Peter Schwartz, consejero de la CIA y ex Director de Planificación del grupo Royal Dutch/Shell; y Doug Randall, del Global Business Network.

Al llegar a las conclusiones finales, los autores arguyen que el cambio climático y la escasez de agua son una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos y razones para conflictos militares futuros. Trece años más tarde de dicho reporte, Estados Unidos se prepara para asentar una base más a orilla del Amazonas.

Aunque es conveniente informar que el agua no es el único interés de los EE.UU. en la región. Telma Luzzani, periodista argentina, cuenta en su libro ‘Territorios Vigilados’, que “en el Amazonas se encuentra el 95% de las reservas de niobio, fundamental para el acero de las naves espaciales y de los misiles intercontinentales, y el 96% de las reservas de titanio y tungsteno, utilizados en la industria aeronáutica espacial y militar, además de ser rica en petróleo, gas, uranio, oro y diamantes”.

De allí que ese próximo ejercicio militar es solamente una pieza más dentro de un patrón ascendente de militarización y amenazas regionales.
La ventaja y la libertad de estas acciones militares demuestran un renacimiento de la presencia estadounidense en la zona, la cual se había limitado durante varios mandatos de gobernantes en Latinoamérica. El asentamiento de bases en Latinoamérica y el Caribe ha transitado por varias etapas desde la posguerra hasta finales del siglo XX y ahora toma su rumbo actual.

Según Héctor Luis Saint Pierre, coordinador de Seguridad Internacional, Defensa y Estrategia de la Asociación Brasileña de Relaciones Internacionales, “hay un respeto en Sudamérica por la escuela militar brasileña. Entonces, Brasil es un socio estratégico para la formación doctrinaria de los militares del continente. Si Estados Unidos tiene buena relación con la armada brasileña, es más fácil difundir su mensaje entre los militares de la región”.

Un alarmante recuerdo que retrotrae a la tarea de la Escuela de las Américas, institución de adoctrinamiento militar e ideológico de los Estados Unidos, encargada de formar a escuadrones de tortura y muerte en toda Latinoamérica durante los años 70, 80 y 90. Volver a modelos de defensa de corte colonial solo representa un retroceso y peligro para el proceso de integración regional y la paz.

Peligra la paz ambiental Latinoamericana.

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