Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

“(…) En fin, ¿Cómo vas a llenar el vacío de la indignación?”
Philip Roth

A raíz del probable involucramiento del Presidente en actos de corrupción, (ya que no se ha probado aun nada), se trató de repetir el movimiento de La Plaza, como en su momento sucedió con la revelación del Caso La Línea, en que la población de diferentes generaciones y estratos sociales, sin diferencia alguna, a una sola voz exigió la renuncia tanto de Pérez Molina, como de Baldetti, y se logró, momento histórico que nos hizo visibles ante el mundo entero, como una sociedad fortalecida.

Llegó el proceso judicial, el que ha tenido sus entresijos, como suelen ser los procesos en el país, que suelen durar cuando menos cinco años, proceso en el que el protagonista ha sido el Juez, quien ha argumentado cada una de sus resoluciones, las que han sido una cátedra de Derecho Penal, convirtiéndole en la estrella de todo el sinsentido en el que se convierte en el país un proceso penal, en el que los abogados utilizan cualquier recurso dilatorio.

Después de la efervescencia de aquellos días de La Plaza, se pudo haber retomado el contrato social, que ha debido ser la política de desarrollo social del país, pero faltó esa chispa que encendiera el movimiento que pudo cambiar la situación del país, un país que adolece de todo, incluyendo la ilusión.

Se quiso repetir en un inicio, nuevamente la euforia que acompaño las manifestaciones de 2015, pero ni los actores, ni las condiciones han sido las mismas, esta vez faltó un denominador común, que consistió en la indignación generalizada.

En 2017 primó la división, probablemente el fondo de la diferencia, consistió en que no existió indignación, los elementos cambiaron de posición, y lo que encendió en la población fue la descalificación y el odio aun contra del desconocido, porque no existió unión en el pensamiento de frustración.

En el 17, la bandera nacional no fue protagonista, se diluyo en banderas de otros colores y formas, en la sociedad guatemalteca, existen símbolos patrios que nos identifican y parecieran tener vida propia en los momentos difíciles, y la bandera es uno de ellos, esta vez no existió sentimiento de unidad.

El resultado: Seguimos buscando el camino, ya que, el que transitamos hoy tiene muchas curvas, bajadas y subidas, no logramos encontrar ese algo que nos una, tanto a una sola voz, como a un solo caminar.

En un país en el las carreteras son intransitables, la educación es materia pendiente, la salud es una necesidad sentida, la justicia social es una utopía, se hace urgente una cirugía social, implantar nuevos y mejores elementos, está comprobado que la historia política ha sido un fracaso, no se ha podido identificar a los líderes adecuados para iniciar el cambio, y los que probablemente lo pudieron hacer se vieron rodeados de las famosas roscas, cuya función es identificar las debilidades del individuo, para mantenerlo embobado mientras el país se sigue cayendo en pedacitos, por la pendiente del subdesarrollo, sin que cuente con el concurso de sus mejores representantes, porque no se valora la calidad en el momento de nombrar a los candidatos, ya que prima la monetización de la politiquería, y llegan los que ponen más dinero en la mesa, no los que ponen las mejores ideas en los planes.

Urge una reingeniería social, política y económica, los señores de la Reforma no deben seguir ordenando lo que es o no es en la finca, ya no somos siervos, los señores feudales son parte de una historia que nunca debió ser, por lo que nosotros tenemos la obligación de ser lo que debemos ser.

Las ideas deben privar sobre el dinero, la generosidad sobre el egoísmo, necesitamos ser un mejor país, pero eso solamente lo lograremos luchando en conjunto, en nuestra pluriculturalidad somos una sola historia, y por lo tanto debemos ser un solo futuro, no podemos seguir cumpliendo órdenes de los 260 millonarios, que deciden que sigamos desangrándonos como sociedad, urge cambiar el sistema, los partidos políticos deben dejar de ser comercios al mejor postor, pero eso depende de cada uno de nosotros como un todo.

 

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