Fernando Mollinedo C.

PERVERSO: se origina de perversus, adjetivo calificativo aplicado a personas y se entiende como: “Sumamente malo, que causa daño intencionadamente. Que corrompe las costumbres o el orden y estado habitual de las cosas. Diccionario de la Lengua Española (DLE).

Releyendo algunos capítulos de la obra “El Príncipe”, su autor Nicolás Maquiavelo, en el capítulo 8 desarrolla la cuestión moral de: “los que llegaron al principado mediante crímenes” y analiza el tema de quienes llegan al poder por un camino de perversidades y delitos. Así en la Guatemala de hoy tal vez haya pocos políticos que asesinan, pero hay muchos que difaman, calumnian, espían, estafan, falsifican, traicionan, amenazan, chantajean, engañan y mienten, así cometen todo tipo de tropelías para causar daño a sus adversarios.

Algunas personas creen que para minimizar la perversidad en política, es necesario ejercer el poder con ética cuando ya se posee; otros piensan como Thomas Jefferson, “la generosidad, compasión y moralidad” para con la sociedad son características innatas de la naturaleza humana. Lo anterior lleva a pensar que la política no es una película de Disney donde hay buenos y malos que se disputan el poder y se impone la bondad por naturaleza, por lo tanto, se debe conocer la trayectoria ética y profesional de quienes aspiran a dirigir el país.

Ya se mencionan nombres de posibles candidatos a la presidencia; para algunos fulanos es prematuro, para menganos solo son bolas y para los perencejos son alucinaciones de quienes no dejan de soñar con tan codiciado cargo para volverse millonarios o acrecentar sus fortunas bien o mal habidas heredadas a través del tiempo. Algunos nombres dan risa porque sus propietarios consideran que “ya les toca”, aunque no tengan NPI de lo que es la administración pública; tal como lo experimenta ahora la población y no se desea repetir tal fenómeno.

Los votantes, ven esta constante lucha por el poder y empiezan a perder la confianza en quienes supuestamente pretenden representarlos; se alejan de la política para no salpicarse del excremento que, por ahora, significa ir a votar para encumbrar a personas carentes de valores éticos, morales, religiosos y sociales que persiguen obtener ganancias ilícitas con negocios lesivos a la patria que les produzcan intereses económicos propios.

Los guatemaltecos honrados no tienen incentivos de participación en la supuesta democracia que vivimos; se tiene miedo a ser involucrado como copartícipe de actividades políticas solapadas e ilegales y luego ser objeto de juicios políticos y judiciales en un futuro cercano. La política, se considera un juego rudo de sadomasoquismo que traga “sapos y culebras” a cambio de un enriquecimiento ilícito cuasi inmediato.

Aún hay miles de personas que se aventuran en invertir y comprar posiciones dentro de los partidos con tal de lograr el ascenso económico fácil e ilegal tan deseado en este país donde la actividad política fue convertida en un mercado paralelo de valores económicos que ignora por completo el bienestar social que persigue la institucionalidad del Estado.

 

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