Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82

Al poco tiempo que se empezaron a destapar los casos de corrupción, uno de los primeros argumentos utilizados para intentar detener los avances de las investigaciones o los casos fue que eso desaceleraba la economía y generaba un clima adverso a la inversión.

Después se sumó el argumento de que los fallos judiciales ahuyentan la inversión, y que eso hace difícil la generación de empleo. De hecho y según filtraciones, de eso hablaban el lunes 21 de agosto en Casa Presidencial cuando el mandatario Jimmy Morales dijo que él tenía una solución, y entonces no era la de que se persiguiera al delito y no a la persona, sino la de declarar non grato al comisionado Iván Velásquez; el resto es historia, incluida la famosa reunión secreta en la Nunciatura el martes 22.

Hoy ya algunas grandes empresas empiezan a decir que les preocupa la situación económica actual y en algún momento quienes apoyaban a Morales empezaron a sopesar retirarle su apoyo al sentir que la crisis generada por lo del “non grato” empezaba a pasar factura económica por varios factores, pero en especial por el aislamiento en el que caeremos como país. Se percibe que la venida de Luis Arreaga, embajador de los Estados Unidos, dio un compás de espera a la crisis y a una potencial salida, pero la cosa continúa en una tensa calma y todo sigue igual.

En el año es muy probable que las remesas vayan a terminar en mayor cantidad que en el 2016 y en parte fue porque a principios de año la gente se aprestó a mandar más dinero ante el temor de la deportación y para no dejarlo allá, prefirieron mandar lo más que pudieran. Ahora es de pedirle a Dios que las condiciones en Estados Unidos no varíen (la famosa guerra con Corea del Norte, por ejemplo), porque si disminuyen las remesas esto será una bomba de tiempo.

Pero no podemos hablar de los efectos sin atacar las causas y el gran problema de origen que genera una amenaza para la situación económica es la forma en que opera nuestro sistema porque la falta de certeza inicia cuando la ventaja la tiene quien desea recurrir a las ilegalidades, cuando quien juega con las reglas de cooptación tienen privilegios y accesos especiales.

Cuando hay adjudicaciones que se cocinan en secreto, cuando las condiciones de un proyecto se hacen a compadre hablado, cuando el uso del río está reservado para algunos y no se ofrece en igualdad de condiciones, cuando quienes deben vigilar se convierten en aliados de los vigilados, cuando nuestra mano de obra no es calificada por la falta de educación y oportunidades, y cuando la ejecución estatal se detiene porque no saben cómo fraguar los negocios sin temor a parar en la cárcel, es difícil pensar en grande.

El gran freno de nuestra economía es la condición de nuestro sistema que se hizo más visible con la declaratoria de non grato, pero que es un problema histórico que nos significa un lastre para atraer más inversión local y extranjera, porque el eficiente teme perder ante el inescrupuloso que cuenta con ilegalidades e influencias.

Si de verdad queremos ser una economía pujante en la que se genere riqueza sin dejar a tanta gente atrás, hay muchas condiciones que deben cambiar más allá de quitar ciertos requisitos a la Ley de Compras como quieren hacer ahora. Por eso siempre he dicho, el cambio verdadero es un tema económico y ahora estoy más convencido que nunca.

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