Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

En la sociedad moderna y democrática, es indispensable que los funcionarios públicos,  las personas en general, sepan respetar y utilizar la institucionalidad que rige y debe de regir en diferentes actos que se realizan por los organismos de Estado y los grupos integrantes de la sociedad civil.

Cada cuatro años celebramos elecciones generales; elegimos Presidente y Vicepresidente que, en el orden jerárquico, son las dos personas a las que mayor respeto se les debe de guardar.

También elegimos diputados al Congreso de la República, al Parlamento Centroamericano y alcaldes e integrantes como concejales y síndicos de las corporaciones municipales del país.

El inicio de sus mandatos tiene formalidades que deben ser respetadas, especialmente porque a los actos asisten delegaciones de numerosos países amigos, también asisten invitados del gobierno saliente y entrante.

La educación implica que cuando nos dirigimos al Presidente y Vicepresidente de la República, a los ministros y secretarios de gobierno, a los miembros del Poder Judicial, de la Junta Directiva del Congreso, a los diputados del Organismo Legislativo y/o del Parlacen, a un alcalde, concejal o síndico, lo debemos hacer con respeto, independiente que la persona sea de nuestro agrado o que hayamos o no votado por él o ella.

Siempre debemos de utilizar como introducción señor Presidente, o señor Vicepresidente, señor o señora y la denominación del cargo que la persona ejerce.

Algo igual hacemos cuando hablamos con un sacerdote, con un obispo y con un arzobispo, con un pastor, con un oficial del Ejército.

En el lenguaje popular decimos “la educación no pelea con la gente”; si no sabemos dirigirnos de manera adecuada a estos funcionarios o dirigentes sociales somos “maleducados”.

En todo país existe un protocolo,  por ello es que en cualquier acto, al inicio de una disertación, siempre se hace una referencia en el orden jerárquico que corresponde.

En las actuales circunstancias políticas y sociales, de enfrentamiento y conflicto, se ha hecho necesario que se manifieste que la manera de resolver la situación es “el diálogo”; es decir, tocar la puerta para poder iniciar con educación, con institucionalidad,  con observancia al protocolo, pláticas sobre nuestros puntos de vista positivos o negativos.

¿Quién debe ser el que toque la puerta?, ¿El de mayor o el de menor jerarquía?  Por supuesto, igual que sabemos que los padres, mayores de edad y ancianos merecen respeto, lo mismo se aplica a los funcionarios públicos.

Si se quiere diálogo entre el Presidente de la República y la Fiscal General, no debe pretenderse que el Presidente, que tiene la mayor jerarquía institucional, toque la puerta, pida el diálogo, le corresponde hacerlo a quien tiene la menor jerarquía o sea la Fiscal General, el Comisionado de la CICIG, o cualquier otra persona que sin menoscabarse respete la institucionalidad,  el protocolo y las normas de educación.

Hay otros momentos  como las sesiones solemnes, que por ley deben de realizarse, que permiten limar asperezas y acortar distancias. Ejemplo de ello fue el Presidente, quien al asistir a la toma de posesión del Presidente del Organismo Judicial, en su orden, saludó a quienes estaban presentes en la primera fila.

Respeto exige respeto,  el diálogo es positivo, empezando por la aplicación de las normas de institucionalidad, y educación.

¡Guatemala es primero!

 

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