Sandra Xinico Batz
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Los escenarios parecen haber cambiado. Digo que “parecen” porque puede ser que desde el principio, esto que ahora ocurre, era el objetivo real: que aparentemente las cosas volverían a la “normalidad” y que a pesar de que nada cambiaría en realidad, el discurso de la justicia “selectiva” si debía calar en las personas.
Los medios corporativos de comunicación han sido fundamentales en esto. En repetir una y otra vez (sea cual sea el “especialista” que llamen) que no se está en contra de la justicia, pero sí en contra de la cacería de brujas y de la injerencia extranjera en la política nacional, que la lucha contra la corrupción no debe tener ideología y que hasta ahora todo lo que la CICIG ha provocado es inestabilidad económica en el país.
Pregonan que “la columna vertebral de este país son las empresas” a quienes no se les deja trabajar por tanta chingadera contra la corrupción. Ahí estaba Jimmy Morales en el Enade demostrando al país quiénes lo protegen y a quiénes se debe. Esos empresarios que en principio se pronunciaron contra la corrupción y a favor de la CICIG por ajusticiar a Pérez Molina y a Baldetti son los mismos que despotrican ahora contra el MP y la CICIG porque les recuerda que de seguir las cosas así, destapándose, tarde o temprano les tocará el turno.
Parece que quienes cerraron filas fueron los empresarios, los ricos y gobernantes, a quienes además no les está importando ya mucho lo que desde el norte les manden a decir. Si tocaron al intocable de Arzú, todo puede pasar.
Quizá Arzú es el mejor ejemplo del porqué la lucha contra la corrupción debe parar, porque está removiendo cosas que aún socialmente nos negamos a mirar: que la corrupción es más que malversación de fondos o financiamiento ilícito, pues ha sido la forma de operar de esta clase política y económica que es la verdadera dueña del país que tienen a su servicio al Ejército y que todos tienen implicaciones en el genocidio cometido contra los pueblos indígenas.
Por esto cada vez que escuchemos, veamos o leamos a los medios corporativos de comunicación debemos hacernos preguntas y no buscar respuestas en estos, porque hasta sus dueños tienen que ganar si frenan las investigaciones o si se les absuelve de delitos. Justicia no es que el criminal tenga el dinero suficiente con que pagar multas millonarias para recuperar su libertad.
El Estado que tenemos es este y todo lo que conocemos de este está mal. En la historia tampoco es que le haya ido bien a nuestras y nuestros antepasados. ¿Por qué esperamos (cuasi divinamente) a que de este broten rosas?
Ojalá despertáramos y Linares Beltranena no existiera más o mejor aún no hubiese existido jamás un ser tan reprobable, pero sabemos que esto no ocurrirá así y que estamos infestados de “padres de la patria” como estos. El Congreso del “pueblo” que le saca el dedo de en medio al pueblo cuando se siente acorralado.