Raymond J. Wennier

En La Hora del 14 de octubre de este año, se reportó que el Ministerio de Educación presentó estadísticas del 2016, indicando que el 15% de los niños fracasó en el nivel primaria. Son 348,593 niños fuera del sistema escolar. En el 2014, el fracaso escolar primario fue de 15.6%; otros 300 mil más; y en el 2015 probablemente fue un porcentaje similar de niños fuera del sistema escolar. Tengo cinco preguntas al respecto: ¿Dónde están esos casi un millón de niños? ¿Qué están haciendo? ¿Por qué se retiraron de la escuela? y ¿Qué ha hecho el Mineduc para remediar una tendencia tan desastrosa como la que reflejan estas estadísticas? ¿Quién es el fracasado?

Además de las anteriores preguntas, los educadores nos preguntamos: ¿Qué es una buena educación? y ¿Quién es una persona educada?

Para responder, es necesario iniciar con la actitud de que el alumno es un todo reconocido por todos en la escuela y que el alumno lo crea así también. El marco de referencia de una escuela, empieza con personas completas para poder continuar con su formación.

Ese marco es base de un ambiente escolar que provee los siguientes elementos para los alumnos:

1. Sano; que las necesidades básicas, dentro de ellas una comida balanceada y adecuada, es satisfecha. Ese es precisamente uno de los mayores problemas, la desnutrición. Sus efectos negativos afectan el rendimiento escolar. El ambiente escolar tiene que contar con una infraestructura física que incluya agua bebible (purificada) y para el uso de sanitarios. Es ilógico tener aulas cerradas sin corriente de aire y con techos de lámina en climas de treinta o más grados de temperatura ambiente. De mayor importancia, en mi opinión, es sentirse querido por el maestro, por otros adultos relacionados a la escuela y por sus compañeros.
2. Seguridad. Se complica constantemente. No es únicamente evitar que se caigan y lastimen, es evitar “bullying” que afecta la autoestima y el rendimiento escolar. Se complica también por otras formas de violencia alrededor de los alumnos. En una sociedad cambiante, el ambiente escolar tiene que ofrecer estabilidad a los alumnos.
3. Dos aspectos marcan la participación e involucramiento en el proceso educativo; son, sentirse parte del grupo y que las interrelaciones sean sanas para poder trabajar efectivamente en equipo. El alumno tiene que ser valorado como persona con sus habilidades fuertes y débiles y tener permanencia en la escuela.
4. El apoyo del maestro a cada alumno en sus necesidades individuales, es equidad y ayudará a lograr el éxito escolar. Le ayudará a ser responsable con su propia educación.
5. El alumno debe sentir que su estancia en la escuela vale la pena, que lo reta cada vez más para mostrar su potencialidad más profunda y así tener mayor crecimiento académico y aún más importante, crecimiento personal que lo ayude en todo lo que hace.

Lo anterior permite que el alumno tenga identidad propia. A propósito, pensando en estos puntos, viene a mi mente que no sólo son válidos para los alumnos en un ambiente escolar; sustituyendo la palabra alumnos, ponga colaboradores en un ambiente empresarial y verán que mucho se aplica por igual. Por eso hablo de un aprendizaje y formación durante la vida.

Luego de cumplir con esos puntos en el ambiente escolar, podemos hablar de presentar un “Diseño temático” como complemento a la formación de un alumno como un todo.

¿Fracasa el niño desnutrido desde el vientre y con hambre en el estómago, o fracasa el sistema?

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