Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Los empresarios encomendaron al señor Carlos Colom que se hiciera cargo de preparar la presentación para el Enade del proyecto “Vamos a la obra” que pretende rescatar la deteriorada infraestructura del país y sin duda fue tomando en cuenta su experiencia como Presidente de la Comisión Nacional de Energía Eléctrica durante un período en el que se realizaron importantes inversiones en el sector. Sin embargo, es importante señalar que Guatemala es un auténtico paraíso para los inversionistas del sector eléctrico porque es uno de los pocos países del mundo, si no es que el único, en el que no existe una Ley de Aguas que regule el uso de ese bien público y aquí cada quien puede hacer lo que le da la gana tanto con los caudales de los ríos, tantas veces desviados para usos privados, como con los caudales del manto freático que son explotados sin control ni regulación.

Que yo sepa, el ente regulador de la generación de energía eléctrica nunca habló sobre la necesidad de regular el uso del agua y eso significó la creación de un arca abierta para que cualquiera que tuviera o consiguiera los recursos se pudiera convertir en generador, lo que además le ofrece una serie de ventajas fiscales porque la Ley General de Electricidad se ocupó de incluir estímulos para los inversionistas, pero no contempla, en absoluto, la necesidad de que se legisle para regular el uso del agua.

Se critica mucho a las comunidades que se quejan por el efecto de algunos proyectos hidroeléctricos que no sólo no toman en cuenta a esas poblaciones, sino que además les causan perjuicios que se vuelven irreparables, pero no nos damos cuenta que en otros países, donde se estimula la generación de energía hidráulica por su carácter renovable, existe legislación que determina en qué condiciones se puede hacer uso del agua y cómo se tiene que compensar económicamente ese uso. En otras palabras, existen cobros por la utilización del bien público y los mismos generalmente se invierten en las comunidades que sufren algún daño o perjuicio.

Conversando con gente que tiene que ver con el tema eléctrico en Estados Unidos, a raíz de los esfuerzos que se hicieron para restablecer el servicio con relativa prontitud en Florida luego del huracán Irma, quedaban boquiabiertos al saber que en Guatemala los generadores no tienen que pagar nada por el uso del agua y que, peor aún, pueden disponer de los caudales como si fueran propios, hasta desviándolos cuando les conviene o hace falta.

Por ello es que plantear una estrategia para revitalizar la infraestructura usando de algún modo como modelo lo que se ha hecho en el campo energético debe preocuparnos porque la regulación que ha existido en ese sentido es absolutamente inútil desde el momento en que el regulador nunca exigió al Congreso que conociera ningún proyecto de ley de aguas. Ni modo, si no convenía molestar a los regulados y si así se pretende generar un nuevo modelo de contrataciones, que no moleste a los inversionistas, amolados estamos.

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