Edgar Villanueva

Eso están haciendo en estos días los integrantes de la Comisión de Asuntos Electorales del Congreso de Guatemala con la discusión de posibles reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, cuando todos sabemos que dejar en manos de esta legislatura dicho proyecto, es como dejar al gordito a cargo del pastel; seguro se lo va a comer.

La discusión ha iniciado descartando la posibilidad de aprobar el voto directo y uninominal, uno de los temas principales que ha exigido diversos grupos que se han involucrado en las iniciativas de reforma de la Ley Electoral. La burla que ha hecho el diputado Mario Taracena, llevando una papeleta extensa a una de las reuniones, es una muestra que a los “padres de la patria” este tema no les importa.

No quisieron discutir y buscarle alguna forma al voto directo y uninominal, no porque la papeleta fuera a ser muy grande, sino porque este cambio les quita el poder de incluir a quien se les dé la gana en sus listados. No quisieron discutirlo, porque saben que tendrían que incluir a candidatos que tengan apoyo popular versus candidatos que traigan dinero a la campaña y que después sean propensos a cobrar favores con sus votos. No lo van a incluir, porque implica la eliminación del oscuro listado nacional y de la arbitrariedad de escoger “a dedo” el orden de las casillas para asegurarse otros cuatro años de piñata.

El voto directo y uninominal no es la “bala de plata” del Llanero Solitario y no va a solucionar todos los retos que se tienen en materia electoral. Sin embargo, sí aporta la transparencia y representatividad que actualmente están ausentes del panorama electoral y le quita el poder a los partidos políticos para devolvérselo al ciudadano.

De poco serviría el voto directo y uninominal si no está acompañado de la eliminación el monopolio de los partidos políticos para nominar a los candidatos. Sin este elemento, solamente tendríamos la “libertad” de escoger con voto directo a candidatos en un menú previamente seleccionado por los mismos actores que hoy nos tienen de rodillas. Por lo tanto, también es fundamental que se permita la participación de candidatos que no dependan de la nominación de un partido político.

Estas reformas no serán aprobadas por el Congreso actual porque no se van a pegar un tiro en el pie y renunciar a la manipulación antojadiza del sistema actual. Que rápido se nos olvidó que Mario Taracena lo dijo en vivo (al referirse al TSE) “Ahorita les dimos mucho poder y cuidado muchá. Pueden cerrar partidos y quitar candidatos (….). Mejor que les cueste tomar una decisión”.

La vigilancia y presión ciudadana es el único medio que nos queda para el intento de “lavarle la cara a la crisis” a través de una reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos “Light”. No dejemos que la reforma sea un simple maquillaje y liberemos las elecciones de las garras de los partidos políticos.

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