Jorge Santos

Ayer cuando en el mejor ejemplo de enajenación y enojo se presentó el señor Arzú a la conferencia de prensa que la Fiscal General y el Comisionado de la CICIG estaban dando respecto a lo que ha dado por llamarse el caso Caja de Pandora, pensé en la intrínseca relación existente entre quienes se consideran a sí mismos herederos de un linaje determinado, con prepotencia, autoritarismo y, por supuesto, violentos, corruptos y autoritarios.

Estas patéticas imágenes, también me recordaron una de las fotos que él y su hijo del mismo nombre se tomaron juntos, con una pintura de fondo donde puede apreciarse a Pedro de Alvarado, cuales si fueran los herederos del linaje de ese conquistador violento, asesino y muy probablemente el que dirigió muchas de las acciones del exterminio de las poblaciones que habitaban estos territorios. Es decir todas las acciones del expresidente de la República y desde hace más de veinte años Alcalde de la Ciudad de Guatemala han estado revestidas por un autoritarismo extremo, falta de transparencia, enriquecimiento ilícito, violencia, corrupción y procuración de impunidad.

Habrá que recordar en estos momentos que el señor Arzú inició su participación política en la juventud del Movimiento de Liberación Nacional que fue el partido de la violencia organizada. Esta participación sin lugar a dudas tenía como base y fundamento su pertenencia a una familia, que históricamente ha forjado su fortuna con base en la expoliación de la fuerza de trabajo, expropiación de tierras, racismo, discriminación y, por supuesto, bajo la sombrilla y tutela de la institucionalidad pública. Su paso por la función pública también ha estado salpicado de una forma de ejercer el poder alejado de las aspiraciones democráticas de la población guatemalteca. Al hacer un pequeño ejercicio de memoria las y los guatemaltecos, no olvidaremos sin duda alguna a un expresidente que dio fin al Conflicto Armado Interno, pero que en vez de construir su agenda alrededor de la agenda de la paz, estructuró y profundizó la agenda neoliberal, lo cual supuso la venta de varios activos del Estado guatemalteco, en un marco de transas, tráfico de influencias y por supuesto corrupción.

También tal y como ha sido descrito en la conferencia de prensa, fue el Presidente que bajo una operación de su personal de seguridad se ejecutó el asesinato de Monseñor Juan José Gerardi Conedera, quien dos días antes había presentado el Informe Guatemala Nunca Más. Es por ello, que ayer queda al descubierto cómo el hoy Alcalde capitalino, protegió y siguió articulando negocios con los responsables materiales de los asesinos de Gerardi, lo cual sin lugar a dudas lo coloca también en el escenario de ser quien a través de esta protección de los asesinos materiales deseando protegerse a sí mismo como uno de los responsables intelectuales de la muerte de Monseñor Gerardi. Al final estamos frente a uno de los que a través del ejercicio del racismo, discriminación, expoliación de la fuerza de trabajo y la tierra, digno de sus ancestros, puede generar violencia y corrupción.

Artículo anteriorTapándole el ojo al macho
Artículo siguienteEse hueso tiene dueño