Cierto es que la declaración de persona no grata del comisionado Iván Velásquez no cobró vida porque al Presidente lo asesoraron muy mal, como lo es también que, según el derecho internacional para hacer esa declaración, el Estado que dicta la medida radical no tiene obligación alguna de expresar las razones que justifiquen o expliquen su decisión. Sin embargo, cualquier gobernante democrático tiene la obligación moral de explicarle al pueblo una medida de la trascendencia de la que con lujo de nocturnidad y ventaja tomó tras su primer viaje a las Naciones Unidas y ni entonces ni ayer, hizo lo correcto para decir a los guatemaltecos por qué declaro no grato al Comisionado de la CICIG.
El asunto es fundamental porque necesitamos conocer qué impulsó al Presidente a tomar esa intempestiva decisión de ordenar la inmediata expulsión del Comisionado del territorio nacional, para entender quiénes eran los titiriteros en esa puesta en escena de lo que, para él, termina como tragicomedia. Está claro, además, que por el Convenio de Creación de la CICIG no cabía esa barbaridad que dejó al Gobierno en una postura tan débil tanto internamente como en el plano internacional.
En todo lo que ha cuestionado Morales del trabajo de la CICIG no hay muestra de que la Comisión o el Comisionado hayan hecho algo negativo o dejado de transferir experiencia y conocimiento al Ministerio Público que es la entidad nacional que tendrá que continuar con el trabajo cuando termine el mandato pactado con Naciones Unidas. Tampoco ha podido probar que los casos sean selectivamente escogidos, puesto que si bien la mayoría de casos se refieren al gobierno de Pérez Molina, es una realidad que el vicio está tan extendido que haría falta centuplicar la capacidad de la CICIG y del MP para llegar a donde se tiene que llegar.
Queremos repetir nuestra tesis de que Iván Velásquez dejó de ser grato a poderosos sectores cuando la Comisión y el Ministerio Público presentaron el Caso de Cooptación del Estado porque antes de eso, con el Caso La Línea, los estamentos más poderosos del país no salieron afectados, pero cuando explicaron cómo funciona la cooptación y el papel que juega en la asquerosa corrupción extendida por todo el país el dinero de los financistas, quedó en evidencia el verdadero poder oculto y tenebrosos y ha sido éste el que usó como marioneta a Morales, explotando su molestia por el caso de su hijo y hermano, para lanzarlo a la aventura sin retorno de ordenar la ilegal expulsión de Iván Velásquez.