Eduardo Blandón 

Se dice que esta semana será crucial para la materialización de las aspiraciones de los políticos del pacto de la impunidad. No lo dudo. Creo que aunque la mayoría de los diputados se atemorizaron con las protestas callejeras del viernes, son gallinas perseverantes “come huevos”. Quiero decir que lo más probable es que el descanso y la memoria de corto plazo confabulen una vez más para la persistencia en el mal de los de siempre.

En mi opinión los políticos en general son bastante predecibles. Creer lo contrario es afirmar los milagros. Y no hay tales porque la experiencia los niega rotundamente. ¿O acaso usted cree que, por ejemplo, el presidente, retrocederá en su propósito por expulsar a Velásquez del país? Jimmy Morales anhela, sueña y siente pasión por descabezar la CICIG.

Lo mismo debe decirse de los demás políticos del Congreso de la República. Con algunas dignas excepciones, la mayoría aspira a terminar su período enriqueciéndose a cualquier precio. No conciben cómo pueda ser de otra forma. Lo del Congreso en su imaginario es un golpe de suerte, un premio mayor que no dudan usufructuar.

Esa es la razón por la que, como algunos activistas sociales indican, la lucha debe seguir. La sociedad no puede bajar la guardia porque los chacales andan sueltos y su vocación es la caza, el aniquilamiento y el saqueo. Peor aún cuando los vientos (esto es la estructura política o el aparato del Estado) están a su favor.

Por eso los próximos días son importantes para evitar el triunfo de la infamia. Tarea nada fácil dado el poder de la costumbre y las mañas de algunos sectores poderosos nada dispuestos al cambio. Pero se puede gestar un mundo alterno. Requiere, eso sí, de mucha unidad y claridad en las metas. Sin descontar, por supuesto, el sudor, las lágrimas y, si las cosas empeoran, la sangre. Nunca se sabe, eso sí, con el espécimen que tenemos de gobernante.

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