Adolfo Mazariegos

15 de septiembre. Al momento de empezar a escribir estas líneas, recién he terminado de observar el desarrollo de la sesión plenaria en la cual los diputados al Congreso de la República dieron marcha atrás a los decretos que, con justa razón, tanto indignaron a la ciudadanía guatemalteca. Ello demuestra, una vez más, lo aferradas que se encuentran en el sistema de este país esas oscuras, nefastas y repudiables formas de hacer “política” (politiquería) en Guatemala. Los diputados que estuvieron presentes en la sesión –que fueron 130–, votaron unánimemente a favor de que dichas normativas no cobraran vigencia (no les quedaba de otra) y con ello, no solo hicieron un papelón mayúsculo, sino que además, perdieron toda legitimidad evidenciando, con cosas y deplorables formas de disculparse, la poca o nula importancia que le dan al privilegio que la ciudadanía les confirió para servir al país y no para servirse de él.

16 de septiembre. Escribo esta segunda parte un día después de la bochornosa sesión plenaria en el Organismo Legislativo. Resulta indignante escuchar a congresistas expresando temor por su seguridad y por el supuesto secuestro del cual eran objeto por parte de quienes pedían su renuncia a las afueras del Congreso, habiendo sido ellos mismos quienes, con sus acciones, motivaron la indignación y molestia de la ciudadanía (del Ejecutivo, mejor ni hablar: ya se vio cómo terminó la jornada ese día)… Imaginen por un momento, señoras y señores diputados, cómo debe sentirse la población que ha visto pasar ya dos años desde que inició esta legislación que supuestamente haría un cambio. Dos años sin que ustedes tomen conciencia de que en sus manos está hacer de este país un lugar mejor para quienes les eligieron y quienes ahora demandan soluciones, respuestas honestas, y no leyes e iniciativas espurias e inútiles contrarias al bienestar común (no generalizo, por supuesto, ya que hubo diputados que desde un principio votaron en contra de semejantes aberraciones, y eso, es importante reconocerlo y hacerlo ver).

17 de septiembre. Los medios, las redes sociales y los comentarios de boca en boca, han hecho eco de las demandas y deseos ciudadanos por hacer los cambios necesarios e imperantes que supuestamente habían iniciado en 2015. Es urgente hacer cambios a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (entre otras), pero no cambios absurdos, espurios o cosméticos como los que se han querido vender con eso de ‘Primera y Segunda Generación’, sino cambios que permitan y motiven el acceso a gente honesta, capaz, que vea los puestos de elección popular como una oportunidad para servir, para hacer cambios positivos en favor de la colectividad, y no como un mecanismo para llenar sus bolsillos mediante una y mil argucias al margen de la Ley. Pareciera que Guatemala nuevamente está a las puertas de una oportunidad para exigir –como es su derecho– honestidad, transparencia y conciencia en el desempeño y actuar de las autoridades… Veremos, por tanto, qué nos depara esta semana.

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