Sandra Xinico Batz
sxinicobatz@gmail.com

Las cosas no cambian por inercia. La política es una de ellas. No cambian en internet, en papel o sólo en palabras. Cuando las cosas se ponen muy mal, significa que antes de la crisis han existido problemas históricos graves, no superados. La democracia que conocemos se trata de esto que vivimos, y no funciona para nosotras y nosotros.

Trabajamos día y noche para sostener a una estructura podrida y parásita, constituida por la mayor parte de funcionarios que dicen trabajar por el “pueblo” de Guatemala y son asquerosamente corruptibles y mediocres. Si lo único que nos provoca este tipo de política a los pueblos es dolor, empobrecimiento y violencia ¿Por qué no atrevernos a suprimir todos estos estamentos que se enriquecen con nuestros sacrificios?

Empresarios, narcotraficantes, sicarios, funcionarios del Estado, diputados, presidentes, militares, todos tienen en común las mismas prácticas de criminalidad y tienen un precio que puede ser comprado por quien pague mejor. En este país se compran presidentes y pagan los ricos, son los jefes.

Estaba Ricardo Castillo Sinibaldi en noviembre 2015 diciendo en una entrevista en la Revista ContraPoder: “Sí quiero darle una mano al presidente electo, creo que Guatemala tiene una gran oportunidad de salir adelante, yo creo que él (Jimmy Morales) es un hombre bien intencionado… Me molesta cómo quieren degradar al presidente electo… ¿Por qué tiene que ser la gente así? ¿Por qué tienen que estar juzgando y demeritando a un hombre que a pulso y con valor, y trabajando duro sin nada gana una elección popular?”

Tenemos una continuidad de impunidad, de funcionarios que tienen las manos manchadas de sangre, financiados por empresarios que son estructuras criminales organizadas. El Estado garantiza vida, libertad, justicia, seguridad, paz y desarrollo integral a los ricos de este país, al pobre lo explota y permite su esclavización con tal de mantener su posición de privilegio.

Estos problemas no son de ahora. Sucede que perdemos la memoria, nos la borran. Allí esta Vinicio Cerezo, Alfonso Portillo, Serrano Elías hablando según ellos, con propiedad sobre el Estado y la política nacional, como si fueran buenos ejemplos de gestión, ética e integridad.

Los encarcelados por el caso La Línea salen y entran de las cárceles como si fuesen sus casas, como si estuvieran libres. La CICIG tocó a los intocables: Alejandro Sinibaldi por ejemplo, que no se trata de un “cualquiera”, o sea un rico emergente (como los militares o los narcos), sino de un oligarca de “buena estirpe”. Jimmy es el que se presta (porque le pagan) a armar todo el show, es la voz de los dueños del país pero sólo eso y nada más. Quien jala la correa es quien busca imponer la idea de que nada cambiará a menos que ellos lo permitan.

No se detendrán. Esta estructura por sí misma no cambiará porque no le conviene. Tampoco se resolverá parchando o medio reformando. Necesitamos perder el miedo a arrancarlos de raíz. Paralizar todo hasta que otra cosa nazca para entonces avanzar. Crear algo nuevo.

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