El Ejército tuvo que romper su tradicional secreto para el manejo de los fondos públicos y admitir que le están pagando un “bono” al Presidente de la República por la bicoca de 50 mil quetzales al mes, es decir 600 mil al año, supuestamente para mejorar su seguridad por el cargo que desempeña como Comandante General de las fuerzas armadas, posición que es inherente al cargo de Presidente de la República por el que cobra 146 mil mensuales, además de los onerosos gastos que significa el sostenimiento de la SAAS.

Todo el Alto Mando cayó con las manos en la masa, incluyendo desde luego al mismo Presidente que le dijo a la ciudadanía en la campaña pasada que no era “ni corrupto ni ladrón”, extremo que queda hecho añicos con esta nueva situación de escándalo que demuestra que para justificar su lema de campaña recurre a opacidad descarada.

Recordemos que el señor Morales ofreció antes de tomar posesión que iba a donar más de la mitad de su sueldo porque, según dijo, él no lo necesitaba para vivir porque se le cubrían todos sus gastos. Cuando con base en la Ley de Acceso a la Información La Hora pidió detalles de los donativos, luego de que él dijo que sí había donado parte de su sueldo, resultó que no había tales y que simple y sencillamente se quedaba con la totalidad del emolumento. Pero no contento con defraudar la promesa electoral, resulta que está recibiendo un bono que gentilmente le paga el Ministerio de la Defensa con cargo a las partidas de gastos militares.

Este escándalo se suma al del “olvido” que tuvo como Secretario General del Partido FCN de reportar millonarias sumas de aportes recibidos por los cuales se le planteó el antejuicio que, también gentilmente, el Congreso dispuso rechazar para blindar la figura del mandatario “y proteger la institucionalidad”.

Lo que está ocurriendo ahora nos viene a confirmar para qué sirve la institucionalidad en Guatemala, puesto que se ha convertido en el parapeto para que se hagan micos y pericos con el dinero del pueblo. Los 50 mil mensuales no salen de la bolsa del ministro de la Defensa ni de aportes de los militares que quedan bien con el Presidente, sino son producto de lo que los contribuyentes pagan con sus impuestos que debieran servir para inversión pública y no para que hagan festín los corruptos. Con razón el presidente Morales no habla con la prensa ajena a los canales de TV abierta, pues no se puede defender lo indefendible.

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