Francisco Cáceres Barrios
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No vayan a pensar que trato de hacer un juego de palabras con el término de “non grato” que el presidente Jimmy Morales le endilgó al Comisionado de la CICIG, doctor Iván Velásquez, sino califico de ingrato a su gobierno porque se lo ha ganado a pulso al olvidarse que el voto popular que recibió fue por las esperanzas perdidas porque las cosas iban a ser diferentes; porque el comportamiento de sus funcionarios y colaboradores se ha vuelto cada vez más desagradable, hasta el punto de expresar calificativos inapropiados para los más de 39 mil jóvenes migrantes que residen en los Estados Unidos con su programa de acción diferida (DACA) y porque no ha podido compensar, ni un ápice, el esfuerzo ciudadano por sustituir a los gobiernos anteriormente caracterizados por su corrupción e impunidad.
Desde los primeros días de su gestión el actual gobierno empezó a darle la espalda a las pretensiones populares, porque los servicios médico hospitalarios en vez de mejorar, iban de mal en peor y ahora ampliándose, pues sin ponerse a pensar en el perjuicio que se le causa a la población de más escasos recursos al cerrar las consultas externas de los principales hospitales capitalinos les tiró las puertas por sus narices, anunciando que así permanecerán hasta nueva orden o hasta cuando el gobierno atienda sus peticiones.
Las pésimas condiciones de los caminos y carreteras, increíblemente pasaron a integrar el estado calamitoso general de la infraestructura del país, el que ha ocasionado pérdidas a transportistas, agricultores, industriales, comerciantes o ciudadanos comunes, hasta dañar la buena imagen que el país ha logrado por su clima, paisajes, bellezas naturales y autóctonas que hacían la delicia de nuestros visitantes, terminando en volverse sumamente peligrosas por la delincuencia que, gracias a la incapacidad de brindar seguridad gubernamental, se ha encargado de que los ciudadanos extranjeros retornen a sus respectivos países hablando bellezas de nuestra naturaleza, pero tempestades por las condiciones en que vivimos sus habitantes y nuestros visitantes.
Con eso de que nuestro presidente haya mezclado un prob lema personal con la permanencia en el país del Comisionado Internacional contra la Impunidad (CICIG) la ingratitud se extendió hasta los países cooperantes, quienes confiaron en el interés popular por erradicar lacras del pasado que tantos perjuicios han causado, evitando su progreso y desarrollo. Es innegable que el apoyo y financiamiento externo de ahora en adelante no va a ser tan expedito y por lógica consecuencia, perjudicarán las buenas perspectivas que se veían venir con las nuevas inversiones creadoras de más y mejores empleos. ¿Qué creen entonces que con comprar equipo electrónico a montones para hacer propaganda, se van a poder quitar el anatema de su ingratitud?