Luis Fernández Molina
La CICIG tiene a su cargo el combate a la corrupción. Tarea titánica que podría sumarse a las siete labores de Hércules. Difícil cruzada en estas regiones en donde ha campeado la perversión y la inmoralidad. Para cumplir con tan colosal tarea debe contar con excelente personal y tecnología de punta pero, además, precisa de una buena estrategia y los mayores apoyos posibles (y evitar las oposiciones o resistencias).
La estrategia se materializa en un plan, que debe ser sagaz, a veces solapado, en el que se establecen prioridades que implican algunos sacrificios menores para poder obtener los mejores resultados en la tarea principal. Son como los planes de las batallas o de las grandes guerras. En toda acción humana se precisa del diseño de las fases; en el deporte se le conoce como “game plan” o plan de juego. Los grandes generales destacaron, no por contar más tropa o mejor armamento; fueron excelentes estrategas. De Alejandro, Aníbal, César, Napoleón o Nelson, no se dijo que eran invencibles con la espada, la lanza ni mosquetes, sino que resaltaron por su astucia.
Espartanos y atenienses vivían en constantes enfrentamientos sin embargo, cuando se asomaba el avance de los persas suspendían sus guerras internas, se aliaban para combatir al enemigo común, el persa. Igual escenario con Carlos V que pactó una tregua con los príncipes protestantes alemanes cuando arreciaba el peligro del turco, dejaron temporalmente sus pendencias para unirse, como buenos cristianos, en contra del enemigo común, el infiel musulmán; vencidos los turcos podían seguir con sus “negocios” regulares. El viejo dicho desde Roma: divide y vencerás a la inversa es agénciate todos los apoyos. Si aztecas y tlaxcaltecas hubieran suspendidos sus pendencias las tropas de Hernán Cortés no hubieran pasado de la playa de Veracruz. Igualmente, si quichés y cakchiqueles se hubieran aliado temporalmente, Alvarado no hubiera pasado de Zapotitlán. No se trata de condonar al enemigo interno sino de ir con todas con el enemigo mayor que pone en peligro todo el sistema. En todo caso evitar el mayor desgaste para enfrentar el reto principal.
Viene a cuenta lo anterior porque llama la atención que la CICIG, que como arriba queda dicho tiene un enemigo formidable y de mil caras, debió sostener una mejor relación con el Ejecutivo. No estoy afirmando que hubiera o no delitos, no estoy diciendo que no los persigan, lo que digo es que, con tantos delitos que perseguir (innumerables) hubieran escogido otros casos por el momento. Son muchos los delincuentes y limitados los recursos de la persecución penal.
Las estrategias eficaces son muchas veces “maquiavélicas”. Por ejemplo, es común que los fiscales estadounidenses “negocien” con los criminales de menor impacto para que sirvan de palancas en contra de los delincuentes mayores. No se trata de impunidad, condonación o tolerancia, todo lo contrario, es fortalecer los mecanismos de la investigación y acusación. Es estrategia y priorización. Todos queremos que disminuya la asfixiante corrupción que nos ahoga; ojalá la CICIG-MP se fortalezca, pero lo que ha resultado con estas acciones es que el Presidente se ha visto obligado a oponerse y buscar otros aliados entre aquellos que raudos le ofrecen ayuda, impresentables a quienes también se les persigue. Para frenar las investigaciones se han agrupado personas muy disímiles que han dejado de lado sus particulares diferencias, hacen un frente común y -aquí viene lo grave- ello desgasta los limitados recursos y afecta la persecución penal contra tantos leviatanes: narco estructuras, lavados de dinero, invasiones de finca, Codeca, aduanas, portuarias, alcaldes corruptos, etc., etc.