Emilio Matta Saravia
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Tuve acceso a leer el comunicado emitido por el Departamento de Estado de los Estados Unidos de América, emitido el 27 de agosto de 2017, en el cual expresan su “profunda preocupación” por el anuncio que hiciera el presidente guatemalteco, Jimmy Morales, de expulsar del país al Comisionado Iván Velásquez. Indica el comunicado que el Comisionado Velásquez ha sido un “líder efectivo de la CICIG en su lucha contra la corrupción en Guatemala. La CICIG ha jugado y seguirá jugando un rol importante en el fortalecimiento de las instituciones guatemaltecas…”

Después de leer el comunicado emitido por un país que por más de un siglo ha sido el adalid del capitalismo en el mundo entero, resulta ilógico que existan grupos en nuestro país que tilden de comunista o izquierdista al señor Velásquez, cuando la lucha contra la corrupción NO TIENE IDEOLOGÍA, como lo deja ver de forma muy clara dicho comunicado. ¿O va a creer usted, estimado lector, que los gringos van a “entregarle el país”, como dicen muchos detractores de Iván Velásquez, a una persona con una ideología que es contraria a sus principios económicos?

Las intenciones del gobierno de los Estados Unidos de América para apoyar a la CICIG en Guatemala y a su Comisionado, Iván Velásquez, son muy claras: disminuir la corrupción para que el gobierno disponga de mayores recursos para invertirlos en la población y por ende generar mayores oportunidades en Guatemala para que la migración hacia el norte disminuya; y cerrar las puertas para que Guatemala no se convierta (y vamos en camino de serlo) en un paraíso para el lavado de dinero, el cual puede provenir de diversas fuentes, como funcionarios y “empresarios” corruptos, narcotraficantes o grupos terroristas.

La sociedad guatemalteca está tan polarizada y dividida, que todavía se esbozan argumentos trasnochados y anacrónicos como el tildarse mutuamente de “izquierdistas” y “derechistas” o de “comunistas” y “anticomunistas”, producto de la profunda división que dejó en este país la Guerra Fría. Ese mundo dicotómico al que Guatemala sigue aferrándose dejó de existir hace décadas (el siglo pasado, para ser exactos, cuando llegó la Perestroika a la antigua URSS y cayó el muro de Berlín). “Divide y vencerás”, decía Julio César. Y eso es lo que han logrado con los guatemaltecos grupos muy malintencionados que no quieren vernos prosperar. Por lo menos, no a las grandes mayorías. Y no digo prosperar bajo la premisa de quitarle al que más tiene para “repartirlo” entre los pobres, como piensan los más obtusos y retrógrados. Digo prosperar, en el sentido de propiciar igualdad de condiciones para que todas las personas que queramos superarnos, lo hagamos.

Creo que, en este momento tan trascendental en la historia de nuestro país, lo que debemos hacer es unir esfuerzos para continuar lo que se ha avanzado en materia de combate a la corrupción. Así de sencillo. La única forma de lograrlo es atacando frontalmente a los corruptos y a los corruptores, haciendo que el castigo por actuar sin apego al ordenamiento jurídico del país traiga una consecuencia penal a las personas que lo hicieron. Esa es la forma con la que erradicaremos este mal. Tal como ocurre en los países transparentes. Iván Velásquez y la CICIG nos están llevando por ese camino, y debemos continuarlo.

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