Javier Monterroso

El presidente Jimmy Morales estuvo en verdad muy cerca de lograr sacar al Comisionado Iván Velásquez de Guatemala, sólo fue un voto en la Corte de Constitucionalidad (CC) lo que inclinó la balanza a favor de la CICIG y permitió que al menos, por el momento, el Comisionado siga en el país, y fue en buena medida gracias a que el Presidente estuvo jurídicamente mal asesorado y cometió errores de procedimiento. Pero no cabe duda que todo mundo subestimó el grado de desesperación de Jimmy Morales, nadie pensó que se atrevería a hacer lo que ni siquiera Otto Pérez intentó en 2015. La intentona aunque tuvo errores en su realización no fue para nada ingenua, sus mecanismos de inteligencia le advirtieron que la CICIG había encontrado información comprometedora en el Caso Construcción y Corrupción, y que iban tras de él como exsecretario general del FCN; además una semana antes su hermano e hijo agotaron infructuosamente todos los recursos legales para impedir el debate por el Caso Botín del Registro de la Propiedad; estaba convencido que era su última carta, era vencer o morir.

Y aunque Jimmy fracasó en su intento de sacar a Iván Velásquez, de cierta forma salió fortalecido del encuentro, pues comprobó que cuenta con el apoyo de muchos e importantes sectores: una buena parte del sector privado, los alcaldes aglutinados en la ANAM, el sempiterno alcalde de la ciudad capital, los canales de televisión abierta y algunos de cable, y principalmente de la mayoría del Congreso de la República, y este último aliado es, sin duda, el más importante, pues se necesitan 105 votos para retirarle la inmunidad al Presidente por las tres o cuatro acusaciones presentadas contra él, y debido a que la gran mayoría de los bloques legislativos pueden verse también comprometidos por financiamiento ilícito o por otros problemas legales, pareciera que esta vez los diputados serán mucho más leales a Morales que lo que fueron con Otto Pérez en el 2015, además la renuncia de la Ministra de Salud mejora las posibilidades del Presidente para negociar con el Congreso y financistas de partidos políticos.

Por otro lado, aunque la CICIG ganó la batalla también salió golpeada, en primer lugar se demostró que su imagen pública se ha visto afectada, obviamente después de que un grupo muy bien financiado y organizado ha pasado un año completo con la cantaleta de la “ideologización” o politización de la persecución penal y de muchas columnas y videos calumniosos que circulan en las redes sociales, al fin lograron provocar dudas en varias personas que apoyaron ciegamente a la CICIG hace un par de años; pero además lograron que la Comisión tuviera que mostrar sus cartas sacando el caso de financiamiento electoral que aún no estaba listo para ser presentado a tribunales y sobre todo golpear la moral de fiscales y jueces, y esto se refleja en las recientes absoluciones en casos de la Comisión. En conclusión todavía no cantemos victoria, aunque se ganó una batalla más, la guerra por limpiar Guatemala de la corrupción continúa.

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