Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82

No se asuste, no estoy hablando de un golpe de Estado, pero con todo lo que ha venido ocurriendo en las últimas semanas y que se resume en que los diputados desean cooptar a quien los debe fiscalizar en el ámbito político/regulatorio, a que la CIDH evidenció las carencias torales de nuestro sistema (y eso que solo fue un informe preliminar), que los contratistas están desnudando cómo opera el sistema de compras y adjudicaciones del Estado (y no crea que eso solo pasó con el Patriota ni solo en Comunicaciones), mientras nuestras autoridades actuales se rehúsan a tomar cartas en el asunto y que no avanzan las reformas al sector justicia para elegir Fiscal General con las reglas del presente para regresar al pasado, no veo otra salida que derrumbar el sistema.

Por donde volteemos a ver notamos que hay demasiados incentivos para que el sistema no cambie y que los negocios solo pasen de unas manos a otras, pero no se desea romper el negocio. Esto que ahora declaran los sindicados en el caso de Alejandro Sinibaldi no es nuevo y ha sido la forma en la que ha venido operando el sistema desde siempre, especialmente en la era democrática.

Digo que nos importa más quién hace el negocio y no que “hueveen” parejo, pues la información que empieza a salir a luz me da la razón en el sentido que lo no deseado era una victoria de Manuel Baldizón por “populista”, mientras los negocios de Alejandro Sinibaldi eran tolerados en una sociedad que tiene un doble rasero para juzgar los mismos hechos.

Nadie puede olvidar que Baldizón y Sinibaldi son consecuencia del sistema, se hicieron fuertes bajo la sombra de otros candidatos (Colom y Pérez), cooptaron el Congreso para jugar a millonarios y desde ahí poder hacer negocios con el Listado Geográfico de Obras; se diferenciaron en que Baldizón no fue Ministro de Estado, pero ambos comparten su fascinación por los negocios y ambos son buenos ejemplos de los vicios del sistema.

Entonces, mientras sigamos siendo una sociedad que tolera políticos como los que tenemos no podemos esperar que más gente se eduque, que las personas tengan mejor salud y acceso al sistema, que exista menos impunidad y corrupción y más rendición de cuentas porque, al fin y al cabo, mucha gente se une para que las cosas no cambien porque estiman que saliendo de Iván Velásquez y Thelma Aldana, el sistema todavía seguirá siendo rentable.

De tal manera que no veo futuro alguno en las condiciones actuales y los tiempos demandan que actuemos ya. ¿Cómo podemos lograr eso? Intentando depurar (en las próximas elecciones si no es que judicialmente algo pasa con los diputados) el Congreso. ¿Bajo qué esquema? A mi forma de ver no tenemos otro camino que atacando el monopolio que tienen los partidos políticos para nominar candidatos al Congreso de la República y para ello debemos lograr la designación de los distritos pequeños, pero ¿cómo lo logramos? Presentando iniciativas de ley (para modificar lo que sea necesario) que permitan que Comités Cívicos puedan presentar candidatos al Congreso y que existan los distritos pequeños.

¿Y los demás vicios del sistema? Los demás vicios que tienen que ver con la impunidad, la corrupción, la reforma a la justicia, el sistema de compras, de educación, de salud, del servicio civil y un largo etcétera, únicamente se podrán enfrentar una vez logremos cambiar la cara y la matriz del Legislativo, pues de lo contrario pasará lo mismo que con las reformas al sector justicia.

Y como país nunca podremos salir adelante si seguimos siendo una sociedad con doble rasero, una que juzga hechos iguales dependiendo de la posición social de quien los comete. En esta etapa crucial en la historia ya va siendo La Hora de que acompañemos con hechos los discursos porque aquí cualquiera dice que apoya la lucha contra la impunidad, la corrupción y la limpieza del sistema, aunque por atrás hagan babosadas para lograr la permanencia de ese viciado sistema y de sus principales actores.

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