Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

Mi retorno a mi querida patria Guatemala coincidió con el regreso de numerosos oficiales, un buen número de ellos excadetes del 2 de agosto, que se habían graduado también en Brasil, Venezuela, Francia, México, Colombia y por supuesto Chile.

Todos fuimos destinados a las diferentes zonas militares que integraban el país, sin embargo, previamente, con un sabio criterio, el Presidente de la República, general e ingeniero Miguel Ydígoras Fuentes, ordenó que se nos diera un curso de incorporación en la Escuela Politécnica, que duró aproximadamente 60 días, y así pudiéramos asimilar parte de las diferencias que podría tener cada uno de nosotros en su formación como oficiales.

Mi primer destino fue la segunda zona militar en la ciudad de Zacapa, donde tuve el honor de compartir como oficial con personas como Marco Antonio Yon Sosa, un teniente antiguo, y subtenientes como Emilio Eva Saldívar, Luis Turcios, Luis Trejo, Fernando Moreno, y muchos más.

Fue en este periodo que comprendí que la mayoría de los soldados eran jóvenes de 18 años, principalmente agricultores, a quienes se les obligaba a prestar el servicio militar durante dos años y quienes, en varios casos, por primera vez recibían no solo la educación militar sino el inicio de la educación primaria, que también se veían educados en los hábitos de higiene y tenían asegurados sus tres tiempos de comida, ropa y un pequeño salario.

En el Ejército, los oficiales en esa época se dividían en dos grupos: los egresados de la escuela militar y los que habían ascendido conforme los servicios prestados como soldados, cabos y sargentos, a quienes se llamaban oficiales de línea. Ello implicaba una enorme diferencia de preparación, de edad y de criterios.

Durante el tiempo que fui oficial en Zacapa desarrollé muy buena amistad con Luis Turcios y de alguna forma con Marco Antonio Yon Sosa, quien me distinguía al confiarme, cuando salía de franco o descanso, su automóvil último modelo, para que lo llevara y lo recibiera en la estación de ferrocarril y mientras tanto yo disfrutara del uso de su vehículo.

También fui parte de los oficiales jóvenes a quienes el comandante de la segunda zona militar sin explicaciones les prohibió ir a tomar sus alimentos a los comedores del pueblo, aun cuando no existían cocinas para proporcionar alimentos a los oficiales solteros. Todo ello produjo que la mayoría de nosotros protestáramos por la arbitraria medida, la cual fue superada gracias a la intervención del oficial S4, que según recuerdo respondía al apellido Debroy. Lamentablemente días después, en una reunión con el Ministro de la Defensa, Rubén Gonzalez Sigui, el Ministro le llamó la atención al comandante diciéndole que tenía un sindicato de oficiales, que con él habían discutido condiciones laborales de trabajo. El comandante le respondió que lo actuado había sido sin su consentimiento, alejándose de la verdad. Ese hecho tuvo como consecuencia que el Ministro le preguntara quiénes habían sido los principales voceros y el comandante de la segunda zona militar, sin fundamento, respondiera que había sido Marco Antonio Yon Sosa y otro teniente al que llamábamos el «Pachuco», de apellido Argueta, lo cual significó que estos dos oficiales fueran enviados en arresto a Guatemala, al Cuartel General.

¡Guatemala es primero!

Continuará.

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