Fernando Mollinedo C.

En el quehacer diario entre juzgados, aulas de educación media y universitaria, con el correr de los años, de forma gradual me di cuenta de la incompetencia de las personas que ejecutan la administración pública y siempre me pregunté: ¿Por qué tantos puestos importantes son ocupados por individuos incompetentes para desempeñar los deberes y responsabilidades de sus respectivas ocupaciones?

Es cierto que hay personas con habilidades, pero eso no los hace merecedores a desempeñar determinadas funciones, pues como resultado de su ignorancia e incompetencia se produce falta de autoridad, despilfarro, corrupción e indolencia.

La incompetencia está en todas las jerarquías – políticas, religiosas, educativas e iniciativa privada – entonces ¿Qué pueden esperar los ciudadanos? Los gerentes se quejan de jóvenes recién graduados que no aprendieron métodos de trabajo eficientes; el maestro culpa a los políticos por tanta ineficiencia en el Gobierno; un ateo culpa a las iglesias pues adormecen al pueblo con fábulas de un mundo mejor y distraen su atención de las cosas prácticas, los religiosos culpan a la radio y televisión por distraer a las personas de la enseñanza moral.

He aquí algunos ejemplos de burócratas: a) el fonófilo esconde su ineficiencia hablando por teléfono la mayor parte de su horario de trabajo a efecto de no ser requerido o preguntado sobre aspectos que desconoce del trabajo. b) la papirofobia trata de mantener limpio el escritorio creando la impresión que despacha todos sus asuntos con increíble rapidez; c) el que gusta de la papiromanía al mantener el escritorio lleno de papeles y libros desordenados que jamás usa, dando la impresión que tiene mucho que hacer.

Algunas de las manifestaciones psicológicas de ineficiencia de los burócratas son: 1) la autocompasión que consiste en creer que nadie aprecia la importancia de su trabajo y vive quejándose que no cooperan ni comprenden su tarea; 2) el rigor cartis que utiliza el método de hacer diagramas sobre el procedimiento de sus ocupaciones; 3) algunos jefes tratan de enmascarar su inseguridad manteniendo a sus subordinados en perpetuo desconcierto pidiendo cualquier solicitud por escrito, 4) el que utiliza el síndrome del vaivén o transferencia, consistente en transferir a los superiores o inferiores los expedientes para su estudio y opinión, alegando la existencia de cuestiones fuera de lo ordinario; es incapaz de tomar decisiones apropiadas e inmoviliza los expedientes hasta que alguien más toma la decisión; 5) La estructurofilia consistente en que la importancia del trabajo está determinada por las oficinas del edificio en que se trabaja y están los niveles jerárquicos.

Otro subterfugio de la incompetencia es la codigofilia; consistente en utilizar una serie de códigos o abreviaturas que indiquen “el alto nivel educativo” de quien las transmite, en las comunicaciones escritas o verbales. Así mismo, existe la incompetencia creadora que resulta del error de no realizar alguna tarea y que por circunstancias ajenas se convierte en un acto positivo para la empresa, quedando como as el incompetente trabajador.

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