Raúl Molina

Tuve la suerte de estar en el inicio de la XIV Feria Internacional del Libro de Guatemala, que desde el 13 de julio se realiza en el Fórum Las Majadas, y particularmente de asistir al acto inaugural de este cónclave de escritores, productores de libros y lectores, el cual fue significativo, porque conmemoró varios hitos: los setenta años de la Editorial Piedrasanta, que ha contribuido con incontables libros educativos; los cincuenta años del Premio Nobel de Literatura para Miguel Ángel Asturias, en un país presa del analfabetismo, como dijo Figueroa Sarti, director de FILGUA, en su discurso; y los veinticinco años del Premio Nobel de la Paz para Rigoberta Menchú Tum, en un país que él también señalaba que continúa en conflicto, pese a que estamos en el vigésimo aniversario de la firma del Acuerdo de Paz Firme y Duradera. FILGUA 2017 se dedicó al “Mundo de Asturias”, para lo cual el escritor nicaragüense Sergio Ramírez pronunció una significativa pieza ilustrativa sobre la producción asturiana y Miguel Ángel Asturias Amado contó ampliamente sobre su padre, fecundo y brillante escritor, al igual que político al servicio de su Patria. También se hizo homenaje especial a Margarita Carrera Molina, escritora y catedrática universitaria y deseo que este reconocimiento sirva como primer paso para que se le concedan pronto el Premio Francisco Marroquín como educadora y la Orden del Quetzal como ciudadana ilustre.

Escuchamos palabras promisorias y positivas de otros invitados, aun, para mi sorpresa, del representante de la Cámara de Industria y del Ministro de Cultura. Por un momento pude pensar que si los diversos sectores del país honestamente nos uniéramos para rescatar a Guatemala de su condición de Estado fallido podríamos construir la Patria soñada por personajes como Asturias y por la que ofreciera su vida entera Gaspar Ilom, su hijo Rodrigo, fundador de ORPA y miembro de la Comandancia General de la URNG. Si bien de la pluma de Miguel Ángel brotaron las páginas literarias más ilustrativas de nuestra identidad guatemalteca, particularmente nuestras raíces indígenas, de las ideas de su hijo Rodrigo (Racismo I y Racismo II) se recogieron propuestas dignas y justas para el Acuerdo de Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas que anunciaron la Nueva Guatemala.

FILGUA permitió la confluencia de ideas positivas e imágenes extraordinarias traídas por las y los escritores y poetas; la difusión de libros de muy diversos orígenes, entre ellos de escritores indígenas y mujeres de todas las clases sociales, que servirán para generar reflexión y polémica; así como, de manera especial, motivar a miles de niños y niñas a leer mucho y, más adelante, a escribir sobre su mundo real y sobre su mundo mágico. Desde luego, en un ambiente sin censura, como corresponde, también aportaron sus libros descabellados quienes creen que repitiendo mentiras y distorsionando los hechos se puede reescribir la historia. Fueron pocos, sin embargo, porque quedan sepultados por la avalancha de la producción literaria y de los estudios de las ciencias sociales. Saludamos a FILGUA, por ser parte de la revolución del pensamiento y mucho del pensamiento de la Revolución.

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