Isabel Pinillos – Puente Norte
ipinillos71@gmail.com

Hay columnas que son más difíciles de escribir que otras. En unas fluyen las palabras que salen desde el interior de manera torrencial. Otras plasman las vivencias y conllevan el reto de hacer justicia a las historias prestadas. En algunos casos, es necesario estudiar a profundidad a los personajes y las circunstancias particulares de cada tema. Pero la de hoy es especialmente difícil de escribir porque serán las últimas seiscientas palabras que cada miércoles he venido entregando a este vespertino. Con la misma ilusión que acepté ser una voz para aquellos que han decidido migrar, es ahora que devuelvo este valioso espacio, con el respeto que se merece su público.

Desde hace más de dos años, el reto ha sido hacer visibles las necesidades de los guatemaltecos que viven en el extranjero, y mostrar su potencial humano dentro de nuestra sociedad. Semana tras semana, acompañada de una taza de café, he procurado hacer el recorrido que las personas realizan hacia mundos desconocidos, y observar lo que dejan atrás y lo que encuentran al llegar. He querido plasmar con palabras usando todos los recursos posibles para lograr comprender el qué y por qué deciden partir. Hablar sobre migraciones es, al fin y al cabo, hablar de personas como usted y como yo, que han tomado decisiones de vida que los desplaza por distintas fronteras. En todo este recorrido, yo he aprendido más que nadie.

Para ello, me coloqué detrás de una lupa gigante para visualizar las dinámicas regionales causadas por las movilidades humanas. Comprender las políticas migratorias, o antimigratorias de Estados Unidos ha sido importante, así como las implicaciones para los países del Triángulo Norte y los millones de migrantes que viven de manera irregular en ese país. Ante estos sucesos tan relevantes, el rol del Estado ha sido débil, y brillan por su ausencia políticas públicas o tan siquiera una postura oficial que represente los derechos de las personas que se encuentran en la ruta hacia el Norte.

También en estas líneas he abordado temas de país, a partir de la convulsión política y social que vivimos en 2015, en una Cruzada en contra de la Corrupción. Desde entonces, hemos visto a la Justicia desfilar como una protagonista principal, no con pocos detractores ni críticos, pues salir de las aguas de la impunidad ha sido un proceso doloroso para muchos que antes nadaban muy bien en ellas. Para muestra, solo veamos cómo el saldo que ha dejado el caso “Construcción y Corrupción” ha sido tan devastador, que cada vez más se hace evidente que el Estado deberá resurgir de entre las cenizas. Por ello, quienes deseamos cambios profundos en la estructura del Estado apoyamos la valiente gestión de la CICIG, el fortalecimiento del Ministerio Público y del Organismo Judicial, en donde personajes como Velásquez, Aldana y el juez Gálvez han sido figuras clave.

A cambio de las seiscientas palabras, he recibido muchas palabras de apoyo, de comentarios y hasta de críticas de ustedes, las cuales me han animado a seguir buscando equilibrio en mis argumentos y de abrirme a nuevas perspectivas. Personalmente, escribir ha sido una forma de expresión, pero con humildad reconozco que ha llegado el momento de oxigenar el tanque para dedicarme a otros proyectos, desde la reflexión y el trabajo silencioso.

Hasta pronto amigos, no sin antes reconocer a La Hora como pionera en incluir el tema migratorio dentro de sus objetivos editoriales, y agradecer este generoso bloque dado con total libertad para expresarme, sin más limitación que éstas seiscientas palabras.

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