Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
Si en la vida no hablamos o, peor aún, no identificamos los problemas es imposible resolverlos y así, en ese estado de negación de los mismos, es como nos tienen y como necesitan tenernos.
No por gusto han invertido tiempo y recurso pagando alguna gente que se dedica a exacerbar una lucha ideológica, utilizando argumentos vacíos como que Guatemala será una Venezuela, que la lucha contra la corrupción frena el desarrollo, que los derechos adquiridos de mala manera deben recibir la certeza jurídica y que todos los que piensan distinto son de izquierda.
Y por eso mi intención es alzar la voz a manera de alerta porque seguimos inmiscuidos en discusiones estériles y es necesario darnos cuentan para enderezar el camino. Por ejemplo, hay muchas quejas en torno a la Ley de Contrataciones del Estado, pero ninguna de las propuestas que está sobre la mesa resuelve el problema, pues todo es un pleito porque los negocios se hicieron más engorrosos y difíciles de ejecutar, porque hay entes de investigación que si le ponen el ojo al arreglo pueden haber consecuencias jurídicas.
No se está hablando, en ese contexto, de la necesidad de reformar la Contraloría General de Cuentas o de la cantidad de unidades ejecutoras que hay en el Estado y eso, a mi juicio, son los temas torales para resolver el problema.
Y así hay otros temas, como por ejemplo, los ajustes estructurales clave que necesita el sistema político para que más gente honrada que no esté dispuesta a negociar sus valores pueda optar al Congreso, cambios en los sistemas de Educación y Salud para que, de la mano de la tecnología, podamos dar más calidad reduciendo costos, haciendo más eficiente la inversión y las maneras en que haciendo negocios, generando más riqueza de forma sostenible y honrada, no dejemos a nadie atrás.
Y es ahí donde creo que debemos ver ejemplos claros para tener luces. ¿Se imaginan ustedes que quienes tienen problemas todos los meses para alimentarse, pagar los colegios o útiles de sus hijos, pagar sus deudas sabiendo que ahorrar o comprar una casa no está dentro de sus planes, se quedaran alegando de la situación en vez de salir a trabajar o buscar trabajo?
¿Se imagina qué habría sido de los migrantes si en lugar de ir a perseguir un sueño para darle un futuro a su familia y al país se hubieran quedado aquí sin hacer nada o, peor aún, engrosando las filas del crimen (cuello blanco incluido)?
¿Se imagina qué habría sido de Luis von Ahn si en lugar de animarse a transformar la educación se hubiera quedado refunfuñando de que en Guatemala educarse es un privilegio para quienes tienen dinero? ¿Se imagina qué sería de nosotros si quienes desde el sector privado, que actúan de forma honrada, se quedaran parados sin moverse en un sistema que alienta la mala práctica y que le hace difícil la vida a quien desea hacer las cosas bien?
Pues los guatemaltecos que deseamos cambios estamos llamados a detectar los problemas de fondo y una vez lo hagamos, a debatir con pasión, pero sobre todo con argumentos al respecto porque esa será la única forma que lograremos el objetivo.
Las mafias no quieren que hablemos de los problemas porque no desean que el sistema cambie, que la gente se empodere y que más tengan futuro. Créalo o no, de ambos lados hay gente a la que le resulta muy rentable tener un país en las condiciones actuales y por eso, todos los que están en medio, los que desean una mejor Guatemala para sus hijos, pero también para los hijos del vecino, aunque éstos no vivan en nuestra zona, no tengan nuestro origen o no hablen nuestro idioma, deben unir esfuerzos si es en serio eso del cacareado cambio.